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El corazón de Lázaro

Firme es esta voz que aúlla

con la ternura de los lobos.

Esto soy. Esto ofrezco.

No es poca cosa haber llegado a este poema.

Soy la que se levanta temprano

con el corazón de Lázaro entre las manos.


Yo soy la última canción.

Yo soy el acople.

Soy el tercer cigarro encendido con la misma cerilla.

La música sin el bar.

Soy el final.

Soy el diagnóstico.

Soy la que se levanta temprano

con el corazón de Lázaro entre las manos.


Firme es esta mirada de ojos enfangados

que sin querer tocar el cielo

llegaron a lo más alto:

llorarse con luto estético

la tragedia propia y la ajena.

Arrastrar todos los escombros.

Soy la siesta infinita de la suerte.

Soy la que se levanta temprano

con el corazón de Lázaro entre las manos.


Yo soy el libro empezado.

El último poema.

El primer verso.

La H muda.

El estertor.

Soy la que se levanta temprano

con el corazón de Lázaro entre las manos.


Soy el vértigo.

El ruido de los venenos, soy.

Soy un mapa sin leyenda.

La vértebra de menos.

La hoja roja.

Soy Eva Vaz, la pirueta de un nombre.

Soy la que se morirá aprendiendo

como se muere una.

Soy la que se levanta temprano

con el corazón de Lázaro entre las manos

y lo alimenta,

y lo envenena,

y lo consume.

Y lo ama.


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