Porque vivimos encadenados sin saber que nosotros tenemos la llave
Nos vamos acercando al final del año y nos da por ponernos trascendentes y filosíficos de andar por casa, una filosofía doméstica de todo a cien. Y nos da por hacer el mayor de nuestros ridículos: valorar los momentos importantes del año (y si apuras hasta el final de la majadería, incluso de la vida). Y resulta que sólo valoras esos momentos cuando ya son sólo recuerdos decorados con la peor de nuestras memorias. Y es que el mes de diciembre es el mes de las fiestas hipócritas y las canciones escritas por los demás. Diciembre es el mes de los tontos felices (que, la verdad, son los tontos menos tontos: al menos son felices). Diciembre, con sus sonrisas imperfectas y sus luces, con la buena voluntad malaprendida, con sus chismes en las sobremesas que dan para despellejar a muchos un año entero, diciembre, digo, abre sus cortinas y nos enseña las caries de nuestras vidas. A mí me ha dado por pensar que he vivido mi vida encadenada sin saber que yo misma tenía la llave a la vista, en el interior del estómago, en la tráquea o en el cuello, ahogándome estéticamente, porque la cadena ahoga o adorna. Mi cadena es este falso techo mío, estas paredes del banco, esta vida de regalo por firmar una hipoteca. Y, encima, se atreven a mandarnos un chrisma. Y no, oiga, no, que grito por encima de las sucursales y las obras sociales, que le tiro polvorones a sus cristaleras para decir que la llave de mi vida puede abrir otras puertas y el banco me contesta que no, que no me da crédito para otra vida. Y es diciembre. Y hace mucho frío para estar a la intemperie. Conformémosno con engordar algunos kilos de tristeza y no abandonar la muerte lenta de un cigarro en plena combustión.Y vamos a olvidarnos de la hipoteca y comamos y bebamos y olvidemos dónde está la llave de la felicidad porque queda muy bien hablar de ella pero no queda nada bien reconocer que la cadena duele, que la cadena humilla, que la cadena mata.
(Publicado en El Periódico de Huelva)
(Publicado en El Periódico de Huelva)
Grande, Eva. Qué bien que vuelvas por tu blog. Fantástico artículo. Un abrazo
Ernesto