Raquel
Cómo explico el hechizo que ahora siento
cuando recuerdo tu cuerpo rotundo
que aprendí de memoria,
por el que anduve a ciegas tantas veces.
Qué puedo decir
de fragmentos enteros de tu cuerpo
robados a la luna,
shamra en la lengua de los árabes.
Y cómo alivio el dolor,
el secreto dolor
que va suturando lentamente
mis heridas de hombre.
Hubiera preferido disponer de tiempo,
de más tiempo, para imitar sonidos
que quedaron atrapados por el viento
y nunca más oiré,
o para hablarte de unas islas, de tus islas,
que ya no sé si existen
o sin son producto de mi imaginación,
o para escribir el relato de una mujer
que marchó bruscamente de mi lado
buscando algo más de quietud.
Los días van pasando
y no hay más cambios a mi alrededor.
Pronto iré a La Palma.
Sólo tú no estás.
Sólo yo soy otro.