La isla de los jacintos cortados
Las notas que acompañan
este libro.
Yo era muy ingenuo
y Ariadna parecía
un ángel a mi alcance.
Su nombre escrito al margen
con esta vieja pluma que aún uso.
Los días tan extraños que pasamos
alimentando el fuego.
La voz de aquella amiga
en La Moneda, una tarde de lluvia:
Ten cuidado, Rafa, si la conoces
ya nunca más podrás querer a nadie.
Y yo que he sido fiel.
No he dejado de recitarle cada noche
un capítulo del libro que fue nuestro.
Las noches que pasamos junto al lago
reinventando la Historia,
reescribiendo la vida.