El rojo y el verde y el negro
Ella está sentada en el sofá rojo,
la cabeza de lado
sobre la manta verde
que tanto le gustaba.
Yo alargando la espera
y empeñado en negar lo que ya es cierto,
entré en su habitación
para pedirle el libro
que ayer leímos juntos y escapar.
Pero estoy a su lado
y le acaricio el cuello, víctima
de una contradicción
que no sé si quiero resolver
ni cuánto va a costarnos. Me pregunta:
Dime cuándo has sido feliz.
Le respondo que ahora.
Y cuándo más infeliz.
También ahora.
Se aparta el pelo negro de la cara,
entonces lo tenía algo más largo,
y me dice:
Pensaba que venías a salvarme.
Este poema me emociona especialmente. Por lo menos he vivido un par de veces el rojo, el verde y el negro. Una pensó que iba a salvarla. Otra yo pensé que venían a salvarme.