Il cavaliere
Hay un señor en Italia que ha sido acusado seis veces por realizar fraudes contables, dos veces por fraudes fiscales, una vez por financiación ilegal de partidos políticos, otra por sobornar a la guardia fiscal, otra más por comprar a jueces del Tribunal de Roma y una última, como mínimo, por colaboración en el atentado que tuvo como resultado el asesinato de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.
Bueno..., de esta magnífica lista de acusaciones capaz de asustar al más pintado, el ciudadano italiano ha salido absuelto en su totalidad, por haber prescrito el delito en unos casos o por falta de pruebas en otros.
Realmente, a la luz de los datos uno se asombra, se empequeñece, se aboñiga. Cualquiera de los lectores que haya recibido una carta de la Hacienda Pública solicitando la devolución de algo cobrado de más en la declaración del IRPF o alguna citación de un juzgado español, con esa ristra de acusaciones y emplazamientos que sigue a la reclamación, que casi seguro está uno de dar con los huesos en la cárcel de un momento a otro, pensará: ¿Cómo este señor italiano puede dormir tranquilo ante tanto denuesto con la justicia? Pues apostaría una mano que no ha perdido el sueño un día de su vida por estas migajillas con la judicatura.
Evidentemente este ciudadano al que aludo, no puede ser un ciudadano normal; corriente, vamos; de los de andar por casa, como se dice. Habrá de tener cualidades ignotas para el resto de los mortales y yo, hoy, quiero reconocérselas. Me pliego ante su infinito poder como si de algo sobrenatural se tratare; me abruma su sonrisa permanente, su estiramiento, sus trajes impecables, sus camisas de seda, sus... Estoy hablando, claro, de Silvio Berlusconi, que con su chequera de oro y su guante de hierro, acompañado de sus conexiones con la mafia se mantiene como primer ministro en Italia.
Bueno..., de esta magnífica lista de acusaciones capaz de asustar al más pintado, el ciudadano italiano ha salido absuelto en su totalidad, por haber prescrito el delito en unos casos o por falta de pruebas en otros.
Realmente, a la luz de los datos uno se asombra, se empequeñece, se aboñiga. Cualquiera de los lectores que haya recibido una carta de la Hacienda Pública solicitando la devolución de algo cobrado de más en la declaración del IRPF o alguna citación de un juzgado español, con esa ristra de acusaciones y emplazamientos que sigue a la reclamación, que casi seguro está uno de dar con los huesos en la cárcel de un momento a otro, pensará: ¿Cómo este señor italiano puede dormir tranquilo ante tanto denuesto con la justicia? Pues apostaría una mano que no ha perdido el sueño un día de su vida por estas migajillas con la judicatura.
Evidentemente este ciudadano al que aludo, no puede ser un ciudadano normal; corriente, vamos; de los de andar por casa, como se dice. Habrá de tener cualidades ignotas para el resto de los mortales y yo, hoy, quiero reconocérselas. Me pliego ante su infinito poder como si de algo sobrenatural se tratare; me abruma su sonrisa permanente, su estiramiento, sus trajes impecables, sus camisas de seda, sus... Estoy hablando, claro, de Silvio Berlusconi, que con su chequera de oro y su guante de hierro, acompañado de sus conexiones con la mafia se mantiene como primer ministro en Italia.
ME HA IMPRESIONADO EL ARTICULO EL PODER ADQUISITIVO PUEDE PERO NO ES MAS FELIZ EL Q MAS TIENE SINO EL Q MENOS NECESITA CREES Q ES FELIZ ESTE POBRE HOMBRE ESTOS CASOS SON INJUSTICIA DE LA VIDA, PERO PASO DE PUNTOS Y COMAS