Espido Freire
Espido ha estado en Huelva hoy; ha dado una conferencia sobre literatura en la Facultad de Derecho y he de reconocer que me ha subyugado. Que su apariencia de niña sabionda, recatada, que toca el piano, que cantó opera, que sabe seis o siete idiomas, que escribe, que triunfó en la literatura a los 20 años y con 25 consiguió el premio Planeta y que tiene un futuro prometedor, me habían acorazado para entender que detrás de todo eso, sólo podría existir una persona que ha dedicado toda su corta vida -Espido tiene ahora 31 años- a leer, estudiar y reflexionar sobre el mundo.
Las cosas no son como parecen ni como las más de las veces la entendemos. Nuestra opinión sobre las personas y los hechos depende muchas veces de nuestra ignorancia. Están basadas en nuestra incompetencia.
Este incompetente ha tomado hoy la decisión de releer su obra, de estudiar sus escritos.
La madurez de Espido, la profundidad de sus reflexiones sobre la literatura, el mundo y la vida en general, me han hecho cambiar de opinión.
Muy poca gente en la conferencia -60 o 70 personas-. Los que estuvimos hemos podido conocer a una persona que lleva clavada a fuego una sed insaciable de conocimientos y que tiene un único amor, la literatura.
Lamento muchísimo no haber estado entre las 60 ó 70 personas (pocas? esto es una multitud para la literatura) porque precisamente a mí me pasa lo mismo que a ti te pasaba, Paco. Yo tampoco aguantaba a una niña que ganaba premios literarios siendo tan escandalosamente joven. Pero yo siempre he tenido claro que me movía la pura envidia. Envidiaba principalmente su capacidad de trabajo y su suerte también. Además de que yo fui siempre reticente a emplear mi tiempo en un libro escrito por una niña de 25 años (o treinta), con la cantidad de imprescindibles que me quedan por leer. Amén de que el Planeta no siempre significa garantía de calidad. Así que -pensándolo bien- no creo que sea sólo envidia o rechazo gratuito.
María