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Entrega del XXI Premio Andalucía de la Crítica a Manuel Moya por "Caza Mayor" (2015)


"Escritor maduro busca. Abstenerse todos, excepto tú, ya sabes."
Manuel Moya

Los entresijos de la vida me permitieron conocer al poeta, narrador y traductor Manuel Moya hace aproximadamente dos décadas. Desde entonces, nuestras vidas han estado atadas por eslabones de palabras, las únicas cadenas que un hombre libre, y por ende un escritor, deben aceptar.
He observado de cerca a lo largo de este tiempo cómo el demiurgo que vive en Manuel Moya y en la ringlera de heterónimos que lo aristan, ha ido creando ideales mundos en el campo de la poética y de la narrativa.
En algunos casos, he tenido el placer de observar la génesis, el posterior crecimiento, la poda o devastación de lo superfluo y el nacimiento final de sus obras.
Un privilegio impagable que este aprendiz de todo jamás podrá resarcir ni con la ayuda de Mefistófeles.
Manuel Moya es hijo de su tiempo pero esencialmente de sus muchas y variadas lecturas.
El barro que conforma al creador onubense nacido en la intemperie húmeda y persistente de Fuenteheridos, pertenece por tanto al contacto con la tierra en sentido literal, con la Naturaleza, madre de todas las cosas reales y ficticias posibles, como es, y a la mescolanza oleosa, inciensal, iluminadora, de los mundos ficcionales que devora desde que la literatura lo dejó herido y sin consuelo posible, en una juventud que, en los años setenta y comienzo de los ochenta, perdió todas las referencias y hubo de inventar unas nuevas reglas de convivencia, una otra forma de expresarse por fin en libertad, después de casi medio siglo inquisitorial en lo creativo como nos trajo la dictadura franquista.
No voy a comentar nada más de la obra de Manuel Moya y sus heterónimos. Para eso está la hemeroteca.
En cuanto al libro que hoy nos congrega, manifesté en junio del pasado año, cuando lo reseñé en prensa, lo siguiente:
"Ciento cuarenta y seis mundos. Ciento cuarenta y seis historias que, sin embargo, cuando se hilan en la sesera del lector formando madeja, comprobamos con asombro cómo se continúan o se anteceden, se adicionan o se restan... convirtiendo a Caza Mayor de Manuel Moya, en un dédalo en el que cada movimiento de página configura una vida nueva, que, como toda vida, se mezcla, habla con la historia del vecino de página, o con la que le tocó existir en el centro o el extrarradio del libro, o con el narrador o el lector si procede, conformando un paisaje pleno de profundas oquedades que sin embargo se explican con parcas dicciones, con las justas y precisas palabras que dan sentido al género."
El género del microrelato ha sido desdeñado desde siempre por los editores, a pesar de que han sido elaborados, como se sabe, por el indiscutible duende de escritores como Borges, Monterroso, Max Aub, Gómez de la Serna, Kafka, Cortázar, García Márquez, Ana María Shua, Jodorowsky, Javier Tomeo, Julia Otxoa, Ángel Olgoso, Ana María Matute, Juan José Arreola, Enrique Vila-Matas, Luis Mateo Díez o el recientemente fallecido Eduardo Galeano, por citar solo unos pocos.
Ricardo Reques ha dicho de Caza Mayor que, apoyándose en la tesis de Ricardo Piglia de "que todo cuento cuenta dos historias", en los microrelatos de Manuel Moya aparecen con frecuencia "dos historias, una evidente y otra sumergida, insinuada, que otorga sentido profundo a la superficie del relato."
El académico José María Merino ha escrito lo siguiente sobre este libro: "Un mundo absurdo, fantástico, extravagante, irrisorio, tenebroso... va creciendo a lo largo de los numerosos textos del libro. Lo cierto es que -continúa Merino- tras arrancar con un cuento magnífico, "Cosmogonía", sobre el tema de la creación, el autor despliega un conjunto de minicuentos, donde se alternan el lenguaje vulgar y el poético, construyendo textos totalmente coherentes o planteando discursos con alternancias temporales que buscan su sentido en la lectura que estamos haciendo. Esta voluntad metaliteraria es recurrente en la colección, desde la que los personajes interpelan al lector en varias ocasiones, y donde se conforma un laberinto en el que todos los textos parecen confluir en la tentativa de construir una extraña urdimbre. En fin, una voluntad de experimentación que ilumina las grandezas y servidumbres, las posibilidades y restricciones del microrelato" -finaliza Merino.
Caza Mayor es el primer libro de Manuel Moya dedicado íntegramente al microcuento.
Manuel Moya sigue sorprendiendo con su callado trabajo de orfebre de la lengua y lo mismo toma la lira que gabela e implora la sinfonía numinosa de la poética, para, otras, de una amarrón ingobernable, atenazarnos con la singladura de una novela o, como en este caso, con un rosario de perladas cuentas disímiles, redondas, plenas... aunque procedentes a veces de una misma raíz imaginaria.

Caza Mayor es una delicia necesaria para los amantes de lo corto y también de lo largo en narrativa.
Y para finalizar ya, quiero rematar este diserto sobre Manuel Moya, con un poema de José Luis Sampedro publicado en su último libro, editado hace tan solo unas semanas y denominado "La vida perenne", en donde el gran humanista que nos dejó sigue difundiendo luz a todos aquellos que buscan en la literatura una tabla de salvación ante el negro mar de la ignominia, el mercantilismo y la incultura, en la que muchos de nuestros gobernantes nos tienen inmersos para desgracia de la ciudadanía.
El poema se llama "Canción de aprendizaje":
"Sea Ulises tu guía
al viajar por tu vida, compañero.
Tapona tus oídos contra toda sirena,
átate al duro mástil de tu barca.
Y, obediente a tu brújula secreta,
pon rumbo a la aventura irrenunciable:
el viaje hacia ti mismo."
Manuel Moya es, por tanto, a criterio del jurado del XXI Premio Andalucía de la Crítica, en su modalidad de Relatos, merecido receptor del mismo por su libro Caza Mayor, publicado en 2014 en la editorial Baile del Sol.
Muchas gracias.
Paco Huelva
Granada, 16 de abril de 2015