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Entre dimes y diretes (2016)

Foto: materialesdelengua.org
Por cuestiones que no vienen a cuento tengo una hora escasa para escribir este mi primer artículo en Huelva Información. Pero cosas peores se han visto. Me he puesto a aporrear las teclas de este almario negro que es mi ordenador y se me ha venido a la cabeza las prisas con que garabateaba sus escritos Rubén Darío -que lo hacía de pie, apoyado en una cómoda- y la serenidad con que los forjaba Villaespesa -que se daba el lujo de hacerlo tendido en el suelo porque si no el duende se espantaba-. He optado por el término medio que es más sensato, es decir, me he sentado, y aquí estamos. Esperemos no cometer un delito de lesa literatura con esto de las prisas. Pero vayamos al meollo después del pórtico -que dirían los escritores modernistas.
Estos días anda España -la concepción de lo que es o debe ser España- zarandeada por los líderes políticos, según sean estos tirios o troyanos, papeles que, por otro lado, podrían intercambiarse sin rubor alguno si los dejaran y esa acción permitiera izarse con el ansiado poder. A algunos espectadores nos dan ganas de intervenir en el desarrollo de la trama, tal como hacían muchos personajes pirandellianos, pero esas cosas ocurren en la ficción y no en la vida real, porque si no otro gallo cantaría.
Algunos de los que compraron la entrada para tan magna función, es decir, todos aquellos que votamos en las pasadas elecciones, están llegando al hartazgo de este "Trágala, trágala", por citar la magnífica obra de Ignacio Ramírez de Haro que se representó en el teatro Español de Madrid no hace tanto, y que nos mantiene con el ánimo encogido en las butacas del gallinero, estupefactos ante el esperpento "valleinclaniano" que nos están dando nuestros representantes, es decir, los que nos hemos dado.
Mientras el sainete continúa, y parece que le queda, los problemas de la ciudadanía están justo en el mismo punto en que se interrumpió la acción de gobierno y entramos en la carrera electoral: la sanidad privatizándose, los derechos recortándose, los jóvenes licenciados marchándose a otro país, los inmigrantes llamando a nuestras puertas cerradas a cal y canto... En fin, el nuevo liberalismo europeo asentándose y las políticas sociales, los derechos adquiridos a veces a base de sangre, sudor y lágrimas, cada vez más lejos.
Y nuestros políticos, a tenor de lo que vemos y oímos, incapaces de dejar a un lado las ideologías y llegar a un acuerdo para solucionarlo.
Esto es lo que hay.
Paco Huelva