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Entre Irak, Vietnam y Argelia

Hay quienes, a la vista de la situación generada en Irak, no dudan en afirmar que dicho escenario bélico se ha convertido para los norteamericanos en otro Vietnam del que habrán de salir como buenamente puedan, pero, sin duda, con el rabo entre las piernas, por decirlo fuerte y claro.Entre Irak, Vietnam y Argelia

Sin embargo, el presidente Bush, desgastado hasta la médula, sin credibilidad alguna entre sus aliados ni ante la opinión de sus conciudadanos -que ya lo están "bombardeando" con manifestaciones pacíficas multitudinarias en su propio país-, continúa impertérrito su alucinada marcha en pro de una victoria por las armas que cada vez le resulta más complicada e inaccesible. Ni la mayoría de sus asesores políticos ni bélicos -bastantes de ellos, ya cesados, por no compartir su estratégica tozudez, en vez de buscar una retirada de sus tropas lo más rápidamente posible, que es lo que le aconsejan-, y, a pesar de la opinión de los demócratas, que disponen ahora de mayoría en el Congreso, el presidente, decía, continúa enviando soldados a un polvorín del que seguirá obteniendo, sin lugar a dudas, cientos de soldados norteamericanos muertos a la semana, que añadirá a ese listado cada vez más creciente que supera ya los más de 3.000 soldados muertos en ese lugar. Los daños colaterales -esta bárbara frase acuñada por él mismo-, claro, son los cientos de miles de muertos que se le han hecho al enemigo.

Y todo, por no tragarse el orgullo de que Norteamérica, la primera potencia bélica del mundo, tenga que salir por patas de un país invadido por ellos, sin conseguir una victoria clara sobre los insurrectos y amotinados. ¡La cosa tiene bemoles!

El presidente Bush anda leyendo estos días -según declaró él mismo en un programa televisivo el 20 de enero- el libro del historiador británico Alistair Horne "A savage war of peace: Algeria 1954-1962". ("Una guerra salvaje de paz: Argelia 1954-1962", que fuera editado en España por Bruguera en 1977, aunque está actualmente agotado).

La verdad es que el título de la obra de este militar -que lo fuera, antes de ser historiador-, dice mucho de lo que en sus páginas pueda encontrarse: "Una guerra salvaje de paz..." ¡Impresionante oxímoron!, -que diría un académico-.

El libro le fue recomendado -según opinión de Ignacio Cembrero en El Pais.com- por Henry Kissinger, ese premio Nobel de la Paz -¿qué paz?-, al que Alistair Horne, con sus 81 años, anda ahora escribiéndole sus memorias.

No sabremos nunca lo que pasa, en estos momentos, por el cerebro del presidente. Desde luego, no debe estar pasándolo bien; pero su emperramiento con Irak no dejará en buen lugar a la política exterior de EEUU y, además, será, si continúa así, el elemento principal que inhabilite a los republicanos para un nuevo mandato al frente de la Casa Blanca.

Sólo añadir que, las consecuencias de la guerra de Vietnam para EEUU, por su cercanía en el tiempo y por el descrédito que supuso para su país, son bien conocidas por los norteamericanos. Lo que quizá no conozcan es que, en la guerra de Argelia, ese libro que estudia Bush ahora por su similitud con la guerra de Irak, murieron un millón de argelinos y 20.000 franceses. De Gaulle, aparentemente, salió de allí vencedor -fue recibido en Francia con honores-, pero hubo de entregar Argelia a los argelinos.