El país de los ciegos, de H. G. Wells (2014)
Lamento haber descubierto a Wells a principios
de nuestro siglo: me gustaría poder descubrirlo
ahora para sentir aquella deslumbrante y,
a veces, terrible felicidad.
(Borges)
A los lectores lectores no hay que presentarles a Wells. Este narrador vigoroso y filósofo político que además impulsó el género científico en la novela, es un autor reconocido por sus obras literarias y por criticar con la pluma y con la palabra en multitud de conferencias, los grandes conflictos que asolaron la Europa de su época.
Nórdica Libros ha editado en febrero de 2014 un relato poco conocido del autor inglés, que merece ser leído con detenimiento por lo que tiene de metáfora, ese recurso estilístico un poco olvidado pero que ha dado ejemplos más que sobrados, desde que la escritura es una herramienta imprescindible en la comunicación de los seres humanos, de cómo contar la realidad, a veces sin nombrarla.
Eso ocurre con el relato "El país de los ciegos" que Nórdica Libros ha publicado en una magnífica edición bilingí¼e (español e inglés), con ilustraciones de la gaditana Elena Ferrándiz.
El relato no sólo puede leerse sino que las ilustraciones ayudan al lector a enmarcarlo en el escenario que el autor eligió para desarrollar la trama del mismo, y, a su vez, a través del recurso citado (la metáfora), nos da la posibilidad -para eso está el paraíso inconmensurable del pensamiento- de poder extrapolarlo a cualquier tiempo y lugar.
Esa es una de las grandezas de la literatura y por esa razón los avances telemáticos en multimedia jamás podrán competir con ella.
Podríamos hablar de creadores ciegos en diversos campos del arte, pero sería una boutade que no me voy a permitir. También lo sería nombrar personajes o títulos de libros en los que la ceguera no sólo no es un déficit personal para quien la padece sino un elemento capaz de incentivar al ser humano muy por arriba de aquellos que ven pero que en realidad no ven nada.
Esto no viene de ahora. Ya los presocráticos decían, como sabemos, que "hay que mirar viendo". Por eso el refrán anónimo de que "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey", no deja de ser lo que es, un refrán.
Este excelente relato de Wells lo corrobora una vez más.
Paco Huelva
Julio de 2014