Dioses
Un sofista afirmó que los dioses fueron creados para vigilar a las personas cuando nadie las ve. Y puede que tuviera razón en su tiempo. Pero esta solución que aportaron los sofistas hace siglos, dejó de ser válida al instante después de enunciarse. Porque los pillos, los bellacos, los poderosos, saben desde siempre que todo eso es un cuento.
Los ciudadanos vivimos en un mundo virtual -en planos diferentes de comprensión- creado por la política, la religión y, en los últimos tiempos, por los medios de comunicación social, todos ellos controlados por la fuerza del dinero.
El elemento que mueve al mundo es el dinero. Lo demás son accesorios. Ingredientes que absorben nuestros sentidos y que ocupan el tiempo que disponemos. Son el cebo, la carnaza que el poder -el dinero- utiliza para mantenernos encorsetados, maniatados a un lugar y a un pensamiento único, aunque este varíe de un país a otro.
Somos peones insignificantes en la rueda del mundo. Soldados rasos en el ejército global. Obreros sin cualificación en la fábrica que gobierna el sistema. Los dirigentes de esta empresa, son unos pocos de desconocidos que gobiernan los hilos del mundo como si cada país, en conjunto, fuera una marioneta a la que han aprendido perfectamente a manejar para que ejecute todo tipo de movimientos, según las circunstancias.
Estos son los verdaderos dioses paganos del siglo XXI. En algún lugar ejecutan a alguien o realizan atentados selectivos; en otros permiten que la población se muera de hambre o auspician guerras civiles y en otros, derrocan gobiernos legítimos. El objetivo final es vivir en la inopia, convertirnos en seres descerebrados. Eso es todo.
Los ciudadanos vivimos en un mundo virtual -en planos diferentes de comprensión- creado por la política, la religión y, en los últimos tiempos, por los medios de comunicación social, todos ellos controlados por la fuerza del dinero.
El elemento que mueve al mundo es el dinero. Lo demás son accesorios. Ingredientes que absorben nuestros sentidos y que ocupan el tiempo que disponemos. Son el cebo, la carnaza que el poder -el dinero- utiliza para mantenernos encorsetados, maniatados a un lugar y a un pensamiento único, aunque este varíe de un país a otro.
Somos peones insignificantes en la rueda del mundo. Soldados rasos en el ejército global. Obreros sin cualificación en la fábrica que gobierna el sistema. Los dirigentes de esta empresa, son unos pocos de desconocidos que gobiernan los hilos del mundo como si cada país, en conjunto, fuera una marioneta a la que han aprendido perfectamente a manejar para que ejecute todo tipo de movimientos, según las circunstancias.
Estos son los verdaderos dioses paganos del siglo XXI. En algún lugar ejecutan a alguien o realizan atentados selectivos; en otros permiten que la población se muera de hambre o auspician guerras civiles y en otros, derrocan gobiernos legítimos. El objetivo final es vivir en la inopia, convertirnos en seres descerebrados. Eso es todo.