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De espera (2016)

Foto: definicionabc.com
En España las personas con derecho a voto estamos hasta las gónadas de ir a votar. Llevamos como saben, dos elecciones, sin que ninguno de los candidatos haya obtenido el apoyo para formar un Gobierno estable que dirija y lleve a efecto el programa con el que se presentó a las elecciones.
Un asunto bastante grave si se piensa un poco, porque, la tal cosa, denota que no hay un líder que sobresalga con fuerza suficiente sobre los otros; que convenza al electorado de manera fehaciente y con quien la ciudadanía comulgue de forma incondicional, entiéndase mayoritaria, de forma que pueda iniciar la tarea de gobernar con la tranquilidad, el rigor, y el sosiego que España necesita en estos momentos.
Pero no, ese no es el caso del escrutinio resultante de las votaciones celebradas el 26 de junio y lo sabemos todos.
El PP de Mariano Rajoy ha aplicado al resto de candidatos una estrategia de la inmovilidad que ha vuelto a dar resultado y, esta vez, con más ventaja que la anterior, a pesar de la ristra de casos de corrupción existentes en ese entramado mafioso -supuestamente, lo dejaremos ahí, sin más- que afecta a una parte de sus líderes políticos. Pero, de nuevo, hay que admitir sin sonrojo alguno, que el PP ha vuelto a ganar las elecciones. Punto.
Del PSOE de Pedro Sánchez, para qué hablar. Sánchez ha tirado por la borda el buen hacer de casi siglo y medio de políticas sociales, progresistas, tan necesarias para un mundo más justo, igualitario y con la equidad suficiente para que todos, haciendo un esfuerzo según sus niveles de renta, contribuyamos a un mundo más solidario y humanista. Vamos, que ha mandado al PSOE al carajo, por mucho que quieran sacar pecho los miembros de su equipo electoral.
El batacazo de Unidos Podemos ha sido de órdago. Podían haber sido y lo han tirado todo por la borda, al menos por ahora. Quizá solo y exclusivamente, por no tener el líder adecuado. Me pregunto qué cuadro tendríamos hoy si hubiera sido Errejón en vez de Iglesias, quien dominara a Podemos y todas sus confluencias. Otro gallo hubiera cantado la madrugada del 27-J, sin duda.
De Ciudadanos tampoco merece la pena hablar. Se les han notado demasiado las ansias de tocar el poder como fuera y con quien fuera. Pero Rivera es un chico listo y pasará a la acción en cuanto Rajoy le haga un hueco. Lo está deseando, y Rajoy tampoco tiene muchas alternativas para seguir en la Moncloa.
Toca esperar, es lo democrático aunque no guste a algunos.