Beltenebros (2014)
Beltenebros, aparte de una maravillosa novela editada por el académico Muñoz Molina en 1989 -que sería llevada al cine por Pilar Miró y con la que conseguiría el Oso de Plata a la mejor dirección en el Festival de Cine de Berlín-, también es el nombre de un ensayo sobre la literatura clásica española escrito por el poeta y dramaturgo José Bergamín en 1969, que, como sabemos, vivió en Latinoamérica -especialmente en México- desde la caída de la República hasta 1970, año en que volvió a España donde murió en San Sebastián en1983.
Pero Beltenebros es por encima de todo algo más. Es el nombre que el ermitaño Andalod, residente en la peña Pobre, puso a Amadís de Gaula cuando se retiró de la caballería andante ante el rechazo de su amada Oriana, confundida como estaba la pobre por las malas artes del encantador Arcalaus.
Una gozada de libro que pocos han leído. Son de esos clásicos que, cuando preguntas por él a un escritor, dice inmediatamente haberle fascinado pero nada sabe del mismo porque no lo ha leído. No es extraño este comportamiento; la mayoría de los que se denominan escritores han leído poco, muy poco, y así no se va a lado alguno
Conforme pasan los días que tengo asignados en este fluir que es la vida, más me percato del poco conocimiento de la realidad literaria que tienen los que escriben y no digamos nada de la mayoría de los docentes: un verdadero páramo enredado en menudencias y estereotipos que dada la poca formación en la materia -la literatura es un virus, o se padece o se está inmunizado al mismo-, poco pueden enseñar a las venideras generaciones, siendo los responsables, como son, de ahorquillar las entretelas de los que tienen el derecho, y la obligación, de prepararse para afrontar los retos que habrá de resolver la sociedad en el futuro.
La literatura necesita una retroalimentación contínua, un incesante volver a la génesis, a sí misma, a los orígenes de cada género, pero, eso, siendo evidente, no es más que una frase manida. La esencia sigue anaquelada en ringleras de textos llenos del polvo que acumula el paso incansable del tiempo, mientras que lo que se lee, no son más que baratijas.
El mercado, el negocio del libro, ha apostado por medianías, por la clonación de superventas que nada aportan al conocimiento del ser humano y al despertar de la fantasía, esa que crea mundos nuevos que explican el nuestro.
"Las aventuras de Amadís de Gaula", el paladín esforzado, publicadas por primera vez en Zaragoza en 1508, fueron recogidas por Cervantes en el Quijote y tanto Santa Teresa de Jesús como el emperador Carlos V o el propio San Ignacio de Loyola, entre otros, manifestaron por escrito el placer que les produjo su lectura. ¡Bueno, y qué! Ahí están en la biblioteca universal sin que nadie repare en ellas.
En estos años que hollamos los que podemos hacerlo, llenos de conflictos por doquier, en donde, además, el liberalismo está barriendo de un plumazo todo el entramado social que se generó a partir del denominado "siglo de las luces", no estaría de más leer el Amadís de Gaula, libro que puede datarse como la primera y más importante novela de este género que se imprimió en España y que Cervantes quiso, por boca del cura, el barbero, el ama y la sobrina de don Quijote, que no fuera quemado en la hoguera donde se destruyeron todos los libros del ingenioso hidalgo, por ser "el mejor de todos los libros de caballería que hasta ahora han compuesto; así como único en su arte."
Amadís de Gaula, un personaje, nos ayudará a entender... a comprender en definitiva, de manera más certera que todos los manuales de enseñanza el valor del hecho literario, y cómo la imaginación es portadora de valores transcendentales para modificar, para cambiar las posiciones políticas e ideológicas en un mundo regido solo por consignas financieras.
Paco Huelva
Septiembre de 2014
Querido Paco: Como siempre lúcido y esclarecedor tu comentario. Sólo quiero puntualizarte que Bergamín, antes de marchar al País Vasco donde murió, vivió varios años en Fuenteheridos, donde Manolo y yo tuvimos el privilegio de tratarlo y escucharlo; aquí escribió la mayor parte de su último libro "Esperando la mano de nieve", que publicó Hwebra. Un abrazo Ángel