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Barcos

El filósofo y catedrático alemán Peter Sloterdijk dice en "En el mismo barco" que vivimos en un mundo mezquino y peligroso. Que, como las antiguas hordas, los grupos humanos -familia, pueblo, nación, imperio...- estaríamos sujetos desde el interior por un efecto invernadero emocional que nos amalgama -a través del ritmo, la música, el lenguaje, las costumbres...- convirtiéndonos en una especie de islas sociales. Y me pregunto: ¿estas islas sociales, que son las que nos diferencian idiosincrásicamente, son, en realidad, las que impiden que la humanidad solvente los graves problemas de la sociedad? Es decir: el hambre, la degradación del planeta, la miseria en que viven millones de personas... ¿La empatía que une al grupo hace inviable la existencia de acuerdos a nivel mundial? Pues, deberíamos decir que no, dado que, el negocio -el mercado único- sí está globalizado. ¿Por qué no se globalizan también el hambre, el analfabetismo o la solución del Sida, por poner sólo tres muestras? En estos casos, aparece el mito judío de la Torre de Babel: no todos hablamos el mismo idioma. O sea, que no tenemos los mismos intereses, que no es posible el consenso entre naciones, por tanto, la torre que daría solución a los problemas globales citados y a otros de la misma índole -la inmigración, por ejemplo- no llegará a ningún lugar porque, cada país, pone ladrillos en ese incierto edificio social hacia el lugar en que estratégicamente -entiéndase, económicamente- les interesan a él y a sus socios. Los derechos no son los mismos para todos los seres humanos, las obligaciones tampoco. Sobre el papel quizá, en términos materiales es una vil falacia. ¿Por qué podemos conseguir un mercado único y sin embargo, no somos capaces de eliminar el hambre en los mal llamados países del tercer mundo? Simplemente, no todos los seres humanos viajan en el mismo barco.
archivado en:
rafa leon
rafa leon dice:
04/09/2006 01:47

Y además, Paco, los países, o más bien los que mal gobiernan los países, cuando ponen ladrillos no lo hacen pensando en el beneficio del conjunto de los ciudadanos de esos países, sino en la tajada de los de siempre (que no tienen nación ni patria, y mientras la mayoría embobados y embebidos en el patrioterismo barato). Claro que, de momento, es preferile ser reo de las transnacionales en, por ejemplo, España que en Nigeria. Es curioso que la idea de una Internacional, que surgió en la izquierda, la Internacional Socialista, la Internacional de los trabajadores, nunca llegó a ser materializada por esa izquierda (que terminó corrompiéndose con los vicios de la burguesía y de la aristocracia), pero la rancia derecha sí que supo adaptarla a sus intereses y ha logrado una casi perfecta internacional capitalista, la globalización, despojada de patrias y banderas, aunque a veces las utilice también para sus intereses.

Un abrazo
Rafa

El acento de la i
El acento de la i dice:
05/09/2006 00:19

Que no sabemos lo que nos pasa: eso es lo que nos pasa. Algo así dijo Ortega y Gasset, ¿no?