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Ausencia permanente (2014)


Tengo un amigo que padece mal de ausencia. Cuanto más cerca le tengo más lejos parece estar. No es por tanto su falta de presencia lo que me atosiga, sino su no estar estando presente. Es algo impertinente, fatídico. Supongo que algo tendrá que ver ese retraimiento con su pasado político.
Al igual que el hombre que marcha a una guerra deja sus principios en la taquilla del cuartel donde se pone el uniforme, imagino que el político que está de vuelta olvidó, en algún lugar, las reglas fundamentales que integran a las personas en el magma social. Su enajenación parece adrede pero intuyo que va más allá de su voluntad.
Pero, claro, esto es una afirmación sin fundamento.
Mi amigo habla poco y, cuando lo hace, dice cosas incoherentes tales como: "cuando la política se instala entre nosotros, muchos intelectuales se vuelven fanáticos, idiotas o simuladores", o, "algunos políticos huelen a naftalina de guardarropía," o esta otra, que a mí me llama poderosamente la atención, "la mayoría de los políticos sustituyen la libido por el anhelo del poder".
La verdad es que yo me quedo mirándole y a veces me fallan los argumentos; me siento un vulgar Sancho de un Quijote que ha perdido la sesera ante los molinos de viento del poder. Por más que atizo al jumento de mi razonamiento, no alcanzo al Rocinante que ante mí monta el hidalgo que otrora paseó su retórica por los pueblos de España; que disponía de mil astucias como si fuere un Ulises contemporáneo.
Mi amigo, hoy, es una sombra que esconde mil luces para aquel que pueda orientarse en la oscuridad de su pensamiento.
Ha renunciado al boato y dice que ha encontrado una senda que puede llevarle a sí mismo. Inaudito. No obstante, su presencia parece impregnada de una verdad insondable; de algo inquietante que contuviese una certeza para mí desconocida que al mismo tiempo pudiera ser liberadora.
Paco Huelva
Septiembre de 2014

archivado en:
Benito A. de la Morena Carretero
Benito A. de la Morena Carretero dice:
08/09/2014 01:00

Tu amigo, quizás coincida con el mío, y con el de tantos otros "plebeyos" que aceptamos el "poder" venga de donde venga sin pedir cuentas, sin plantearnos de que cuando alguien roba, nos roba a todos, de que cuando alguien defrauda, defrauda a todos, de que cuando su hijo está en una universidad americana, el tuyo no puede ir a una española y de que cuando los medios de comunicación les ensalza y los jueces les perdonan, nos están insultando a todos.Yo, a ese "amigo" ya le he quitado el saludo, pues la vida dicen que es delito arrebatársela, y yo soy persona que obedece la Ley. Si los demás hiciéramos lo mismo, seguro que abría menos corruptos y más beneficios sociales.