Alegres lamentos (2015)

En la sierra el otoño se hace líquido elemento. Agua rumorosa cuyo palpitante fluir se cuela entre los dedos de aquellos oídos atentos.
Sonoro silencio. Levísimo viento que mueve las hojas de castaños, olivos, alcornoques y todo cuanto tiene materia: cuerpo.
Se trata de un ligerísimo rozarse, de un amoroso gesto: un plegarse las femeninas hojas ante el empuje cadencioso pero vigoroso e imparable de Eolo, ese dios dueño de tiernas brisas y a su vez de huracanes turbulentos.
Imagino, aquí en Prado Centeno, aquí en donde me escondo para huir de todo y de todos, para recogerme en silencio, contemplativo y sereno, imagino decía a las hojas todas en un baile universal, armónico, ausente de ayes y lleno de gozos eternos.
Me llegan sus alegres lamentos por el hueco abajo de la chimenea aún vacía de ardorosos infiernos. Bocanadas de placer que responden a cada empuje y a cada resistencia de amantes en celo son las que se cuelan por el lar y llegan a esta silla, a esta mesa, a esta hoja en que escribo, al libro que leo, y a todo lo que soy en esta sierra de Cortegana cuna de mis silencios.
Paco Huelva
10 de octubre de 2015