Alá te proteja, Nashrí (2015)
Ocurrió entre la antigua Puerta de Algeciras y la Torre de Calahorra. La razón por la que lo lanzaron al Guadalquivir desde el puente que conecta ambos espacios aún no está clara. Quizá tuviera una deuda con alguien. El caso es que a Nashrí varios individuos lo elevaron en el aire como a un fardo, lo izaron cuanto pudieron y lo enviaron de una desigual sacudida al fondo de un agua marrón, al interior de una pócima arremolinada conformada por arrastres y deshechos que el agua caída la noche anterior cuencas arriba hacía pasar, salvaje y valentona, por entre los pilares del puente. El cuerpo cayó descoyuntado y maltrecho sobre las piedras que sustentan la base del pilar central, hasta que el agua, persistente en el fluir, le hizo rodar como si de un madero seco se tratara, oscilando en toda profunda oquedad o bailando al son de cada vórtice río abajo.
Antes de perderse en la lejanía pude ver cómo la corriente, quizá desde tiempo inmemorial así diseñada, introdujo su deshilachado cuerpo por el agujero de entrada de un molino mareal en desuso y, al poco tiempo, lo que quedara de él, salió tras el edificio en dirección a Sevilla.
Hay quienes dicen en la prensa que vieron pasar algo extraño por la Torre del Oro, pero lo que fuera nunca podría ser Nashrí, dado que el Guadalquivir pasa hace tiempo alrededor de la ciudad y las aguas que enseñorean a Sevilla por Triana pertenecen a una dársena y no al río en sí.
Sin embargo, lo que vi lanzar al agua en Córdoba, concretamente un sábado, bien podría ser lo que recogió en la playa de Bajo Guía en Sanlucar de Barrameda una patrulla del SEPRONA tres días después, un martes para ser exacto, alertada por las barcazas de la marina española que pasaban desde ésta a la playa de Malandar, en pleno Espacio Natural de Doñana a infinidad de romeros, caballos, carriolas y tractores que hacían su peregrinar hacia la aldea de El Rocío.
Lo que quedaba de Nashrí fue tapado con una manta en el mismo lugar donde se realizan las famosas carreras de caballo en la playa, y que tanto atrae a los turistas en verano, también llamados a la zona por los langostinos y el vino de manzanilla que se degusta en esta localidad gaditana.
La prensa local dijo que un cuerpo, un cuerpo más, había aparecido en las playas de Cádiz y que se ignoraba su procedencia, aunque lo más probable es que lo hubieran lanzado desde una patera por haber fallecido antes de alcanzar las costas españolas.
Pero yo sé que no es así. Y no lo es porque el periódico continuaba contando que el fallecido lo único que llevaba encima enredado entre algas y maleza, era un documento plastificado que decía: "Me llamo Nashrí y mis antepasados nacieron en Al-Ándalus".
Y mientras miraba la manta que la Cruz Roja había arrojado sobre lo que quedaba de su cuerpo en la fotografía publicada por varios medios, y la policía hacía elucubraciones sobre lo acontecido, recordé cómo, en Córdoba, observando la Puerta de Algeciras desde la Torre de Calahorra oí como un desgarro, como un aullido final filtrado por el viento que trajo a mis oídos la siguiente frase: "Me llamo Nashrí y soy de Al-Ándalus".
Que por qué no denuncié el hecho. Pues no lo sé. No puedo explicarlo.
Quizá porque también soy un simpapeles y vine aquí hace ya bastantes meses a buscarme la vida como lo intentó sin éxito Nashrí. Además, he encontrado trabajo por diez días sirviendo a unos señores de Jerez que hacen el camino de Sanlúcar hasta El Rocío y me tratan muy bien. Por lo menos puedo comer, que no es poco.
Pero hay una frase que no puedo dejar de repetir: "Alá te proteja, Nashrí. Alá te proteja."
Foto: www.mundo-geo.es
Paco Huelva
13 de octubre de 2015