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Ruido, por Pedro Gabo

Bendito puente para aislarnos del ruido de nuestra ciudad. El ruido público, el que retransmiten los medios de comunicación. La crónica municipal es sobre todo eso, el ruido, de unos y otros, como estrategia para la confusión. Casi todos los días tenemos algo nuevo, en un esfuerzo de desgaste político que no valora si todas las polémicas son de verdadero interés general.

Y siempre se escucha a los mismos. Pero lo del Aqualón no nos lo esperábamos. Don Jenaro y don Pedro, se han acabado por enfrentar. El pulso de fondo sigue siendo la licencia a Endesa y lo que nos llega es el ruido de sables levantados. El alcalde se ha salido de la foto y anda todo un poco patas arriba.
Aunque la otra intención, la de desacreditar al arquitecto y marido de la supuesta alcaldable de Don Jenaro, quién la descarta. Pero, lo que más llama la atención es la amenaza de tirar de la manta. Los responsables públicos no pueden transmitir la sensación de que juegan con ases en la manga, que hay cosas que callan. En la ciudadanía queda la sospechas de que todo está construido sobre una gran mentira en la que pervive una vocación caciquil en nuestra ciudad.
Pero donde más ruido se quiere meter es en todo lo referente a la Mesa de la Ría. El esfuerzo por debilitarla y desacreditarla es proporcional a la representatividad que no tienen más remedio que reconocerle. En esta pelea entre poderosos las miradas siguen puestas en el apoyo popular a las reivindicaciones de la Mesa, y a su rédito electoral. De ahí que haya tanta ansiedad por ver fisuras donde sólo está el derecho legítimo de no reconocer a determinados compañeros de viaje que no tardaremos en ver por dónde salen y con quién.

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Para los ciudadanos todavía queda mucho para las próximas municipales, sin embargo los políticos andan un poco estresados quizás porque en la ciudad se han abierto unos interrogantes que proponen un difícil futuro cálculo electoral. Y la respuesta que se le debe dar a la ciudadanía no es la de la bronca sistemática, porque lo que se acaba transmitiendo es que los intereses por los que se trabaja no son los suyos. Un ejercicio político transparente requiere de menos ruido. Lo que necesitamos es que se empiece a trabajar para construir consensos ciudadanos. Eso es lo que cabe esperar de los buenos demócratas. Y de los buenos políticos La ciudadanía se merece mayor sosiego y verdadero contraste de ideas. Hay cosas por las que hay que levantarla voz más alta que por otras, porque si no, corremos el riego de no distinguir, de sólo reconocer el ruido cada vez más monótono de la pelea.
Y todo esto con el telón de fondo de la inauguración del monumento a la Inmaculada. En estos menesteres es donde el alcalde triunfa. Una vez más la eterna Huelva en sepia que con su complicidad permanente está siendo como quiso ser hace 50 años. La Iglesia al menos estará contenta con él. No puede tener queja. Y además en estas cosas no hay polémica y todo el mundo se lleva bien. Sin ruido y con consenso. Lástima que esta capacidad, de momento, sólo se tenga para lo divino, con la falta que no está haciendo en lo humano.