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Soluciones, por Pedro Gabo

Hoy mientras escribo este artículo me acompaña una luz definitiva de otoño. Un filtro de tristeza que juega a ofrecernos, sin la frivolidad veraniega, una realidad sin bambalinas. Un sentimiento generalizado de que este mundo es como es y que no tenemos solución. Cuando todavía estábamos consternados por los asaltos masivos a la valla asesina, nos encontramos que siempre es posible que las cosas empeoren. La solución de dejar el trabajo sucio a Marruecos ante el problema de la entrada masiva de inmigrantes, permitiendo que se les envíe a la muerte, sólo admite la calificación de asesinato. Para mayor desazón, una vez más las imágenes de los desastres naturales de esta semana han revelado la miseria en la que viven tantas personas. Con esta luz y estos hechos tiene uno la sensación de que estamos condenados a la injusticia y además sin posibilidad de influir en nada de lo que acompaña a nuestro vivir.

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Ante tanto horror y las voces críticas contra el trato inhumano que están recibiendo estas personas, algunos hablan de la necesidad de ser pragmáticos, de la responsabilidad de los que tienen que tomar decisiones para defender nuestros intereses. Que está bien que haya buenas personas con ideas utópicas, pero que éstas son para las barras del bar y para quedarnos tranquilos por haber solucionado el mundo entre cerveza y cerveza. Si embargo, me mantengo en la convicción de que estamos en el derecho de denunciar y exigir soluciones más dignas. Opinar tomando partido, denunciando, puede que no sea una solución, pero son necesarias las voces disonantes y críticas contra lo que sucede. El valor y el poder de la palabra.
Además hay que recordar que son muchas las propuestas viables de la sociedad civil para los grandes problemas de este mundo, pero quien tiene el poder y las armas, manda.
Algo le sucede al ser humano cuando el dinero, el afán por acumular ganancia llega a ser tan patológico. Mercado y multinacionales rigen nuestros destinos. No quiero que la responsabilidad se nos traslade cuando existe un complejo entramado que posibilita que haya en unas cuantas manos fortunas que para mantenerse juegan sin pudor con las vidas humanas.
Las soluciones existen, pero en la mayoría de las ocasiones son papel mojado; ya hay prevista otra cumbre de la que saldrá un análisis riguroso y un listado de propuestas sobre la inmigración, pero la experiencia nos dice que todo está diseñado para la galería, para que oigamos lo que queremos oír. A la vuelta de poco tiempo habremos visto como se incumplen las grandes propuestas escritas con mayúscula, aunque para entonces la imagen de los abandonados en el desierto se habrá diluido. Si no se cumplen los objetivos internacionales que tan a bombo y platillo se proclaman después de estos macro encuentros que se organizan contra la pobreza, contra la contaminación, contra la explotación infantil… qué se puede esperar.
Y la Iglesia oficial en este asunto muy callada, mientras claman por una defensa, y lectura, del Evangelio que sataniza lo que dos personas deciden hacer libremente con su amor. Como si éste no fuera la solución. Y el mandamiento.

alargaor
alargaor dice:
13/10/2005 16:39

Me ha gustado mucho tu artículo, Pedro
Pero tu concepto de amor, como bién dices, mandamiento y solución, creo que va más allá de la simple decisión libre de dos personas. Lo creo porque se pueden amar mucho dos tortolitos y mantenerlo hasta llegar a aislarse de los problemas ajenos, somatizarlos, metabolizarlos, pero imagino que no es el caso. Te creo como yo, "mundígamo", (espiritualmente hablando) bastante más que pasteloso romanticón "cari-cari, cielito-lindo"

El Roto lo explica mejor que yo:
(Hay amores que dan vómito)
http://www.elpais.es/recorte.php?xref=20051013elpepivin_5&id=SCO&type=Ges

Bravo, Gabo.