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Confianza, por Pedro Gabo

El ruido de fondo de nuestras vidas, lo que nos cuentan del mundo, es tan catastrófico, tan desastroso, que vivir confiado en el futuro se ha convertido en un posicionamiento militante. Todo parece abocarnos al pesimismo colectivo. Nos hacen sentirnos cada día más inseguros, el miedo es la tendencia intencionada de nuestros tiempos.
Si lo frecuente es que los medios de comunicación nos presenten, sobre todo, noticias negativas, la crónica negra de cada verano es para hundirse en la depresión. La de éste ha sido muy dolorosa. Y simbólica. En la patria de la seguridad, el paso de un huracán ha dejado al descubierto su debilidad. Otra vez.
Incluso el inicio del curso escolar que siempre era una noticia dulzona, ahora es motivo de preocupación con ese fenómeno cada vez más expandido del acoso escolar. El reverso de la compra del material escolar es un nuevo enemigo, nuestros jóvenes. Esos chavales que nos presentan cada día más agresivos, más violentos, son el producto de una sociedad que no funciona, que no les da la confianza que todos necesitamos para que nuestras vidas tengan un sentido.
Entre los desastres naturales y nuestra propia agresividad, reforzada mediáticamente, parece que el futuro ha dejado de existir.
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Donde no hay sobresaltos es en la crónica política municipal. Vivimos empantanados entre la ineficacia y el aburrimiento. Suena todo a hueco, a exhumación de cadáveres. Si se toma distancia de la representación en la que viven, todo tiene un tinte ridículo. Va a ser muy duro aguantar hasta el 2007 y, de momento, con un único candidato seguro. Es imposible tener confianza en que la vida política vaya a cambiar nada, más bien todo lo contrario. La confrontación seguirá siendo el modo de hacer política. Ahora más que nunca. Así que resulta difícil esperar que las partes pongan toda la sensatez necesaria para que nuestro Festival no acabe de estrellarse. Empieza a ser urgente una respuesta ciudadana; si se hunde, para mí, todos van a ser responsables. Más allá del afán de protagonismo del alcalde y el escandaloso despilfarro.
Desde luego resulta imposible confiar que tantos proyectos incumplidos vayan a fraguar ahora, a un año vista de las elecciones; que todo lo prometido estará listo, como en los cuentos de hadas, en su justo momento. Lo que no quiere decir que no sea posible que Perico vuelva a salir… y prometiendo lo mismo. La gran duda, para un populista como él, es que las elecciones se ganan voto a voto y se pierden recibo a recibo.
Ante este panorama me inclino por el papel que internet está desempeñando para que se articule una ciudadanía participativa y crítica. Existe una militancia que nos cuenta, y sueña, el mundo de otra manera y otra Huelva posible, también. Las páginas webs, los foros, que distintas iniciativas tienen puestos en marcha son cada día más importantes en nuestra ciudad. Ciberdemocracia le llaman. Y confío en su poder.