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Jóvenes, por Pedro Gabo

La otra cara del botellón. Si antes era noticia, sobre todo, por las molestias que causaba a los vecinos, ahora lo es también por ser el escenario de enfrentamientos callejeros. La gente joven va a salir a la calle a beber y si las copas son caras, los que tienen poco dinero van a seguir haciendo botellón. Eso requerirá de unas medidas, pero el otro aspecto, el de la violencia, exige de un tratamiento aparte y no lo está teniendo. Salta a la vista que hay grupos de jóvenes que son los que causan problemas, y no sólo en el botellón, son muchas las noticias de inseguridad ciudadana que están relacionadas con ellos.

Pero más allá de estigmatizarlos, tendríamos que reflexionar, una vez más, dónde nacen estos comportamientos. Hay que hablar de las dificultades que tienen estos jóvenes para su incorporación social. Sobre todo en un contexto con problemas de empleo y de vivienda, en el que construir un proyecto de futuro no es fácil. Se echa en falta que en paralelo a la petición de más efectivos policiales y de mayor coordinación entre los cuerpos de la policía local y la nacional, no se esté hablando de política de juventud. Porque estas medidas sino se complementan con otras de educación social no servirán de nada. De esta situación no sólo podemos leer el evidente perjuicio que sufren los vecinos a los que les va tocando la china; si éstos merecen una respuesta inmediata, también hay que empezar a actuar apostando por el futuro, en política social, trabajando con la gente joven en la calle, educándolos. Estos enfrentamientos esconden rencores, frustraciones sobre los que deberíamos reflexionar. No está pasando nada nuevo, nada que no haya ocurrido antes y que no se conozca los métodos de trabajo social que hay que poner en marcha. Hay un trabajo importante que hacer en los barrios, sobre todo en los que existen más desigualdades.
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La juventud en nuestra ciudad tiene poco protagonismo, hay poco debate sobre la situación que vive. No hay noticias de asociaciones juveniles ni de las juventudes de las distintas organizaciones políticas. Y por otro lado, el institucional, qué política juvenil se está desarrollando en nuestra ciudad. Qué oportunidades de educación no formal tienen estos jóvenes, qué recursos están a su servicio en los barrios, en qué ocupan su tiempo libre. La Concejalía de Juventud desde que se anexionó a la de servicios sociales, acabo perdiendo su identidad y desde entonces está totalmente diluida, sin contenido propio conocido. Sirva como ejemplo que la denominada Casa de la Juventud dicta mucho de serlo. Ha sido ocupada por otros servicios municipales y se ha perdido la oportunidad de contar con un espacio sociocultural que fuera un referente, una alternativa, para la gente joven. Hay que retomar el camino y estando en época de presentación de los presupuestos habrá que analizar qué partidas presupuestarias se dedican a la juventud y no sólo a las de nuevos efectivos policiales. Después seguimos hablando de inseguridad ciudadana y de futuro.