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Carisma, por Pedro Gabo

Tiene que ser durísimo que la valía se mida por el carisma. En política se le está dando tanto valor que parece que es lo único que cuenta. En la sociedad de la imagen, se dice de alguno de ellos que no tiene carisma y los hundes. Ya puedan ser las personas más válidas, honradas y trabajadoras de este mundo. Así que más de uno no tendría inconveniente en vender su alma al diablo con tal de tenerlo.

Desde los medios de comunicación se fabrican liderazgos, de carisma espurio, pero el milagro no está garantizado. Por más que la fórmula Perico haya tenido mucho de propaganda, no se le puede negar su magnetismo personal. El populismo político que ha practicado ha tenido, sin duda, un soporte importante en su persona. Pero parece que, como Campanilla, empieza a debilitarse; en poco tiempo ha acumulado mucho poder. Y el partido tras las últimas elecciones necesita repartir el que queda.
El congreso del PP de mañana hasta hace poco carecía de mucho interés. La candidatura de Manuel García se daba por hecho que sería integrada en la lista de Perico. Era el toque anecdótico.
El revuelo de esta semana ha revelado que la tranquilidad prevista, escondía tormenta (esperemos que no acaben como en Elche). Y el peligro, después del abandono de Carmelo, no lo representa el alcalde de Punta Umbría, sino este hombre. Un militante de base que llega en el momento justo. Además de ser un histórico del partido, representando la solidez del trabajo a lo largo del tiempo frente al arribismo, tiene carisma. Y el gran capital político de no tener aspiraciones ni ataduras. La libertad y el conocimiento de sus 73 años. Sin estridencias se está enfrentando al aparato, convirtiéndose en una oportunidad para la para la democracia interna del PP provincial.
Es alentador comprobar que todavía haya mecanismos de supervivencia en los partidos que los salven de la vocación suicida de los ególatras. Y que queden hombres como éste capaces de romper las redes de equilibrios internos que mantienen arriba siempre a los mismos (Arenas estará contento). Ha provocado una revolución en la organización, demostrando que no se trata de una aventura personal al no tener inconveniente en ceder paso al otro aspirante. Después del abandono de Carmelo Romero, este hombre ha sido su salvación, al representar la revolución de las bases y contar con el atractivo añadido de quien se enfrenta a la prepotencia. A Perico se le ha venido encima tanto poder, no sabemos si logrará mantenerlo, pero de ésta sale tocado.

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Quien ríe último ríe dos veces, estarán pensando los tartésicos. Si Perico no ganase, las mieles de la venganza no se les habrían resistido mucho. Quienes los echaron, no han conseguido ser queridos en el partido, al que entraron como un elefante en una cacharrería. El carisma de su jefe no ha sido bastante, tan acostumbrados como estaban. Y Manuel García, sin odio, ha decidido pararles los pies. Si lleva a la victoria a Cansinos, esperemos que lo ate en corto, no vaya a ser que se crea que ganó por su carisma.