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Fractura, por Pedro Gabo

Algunos llaman fractura social lo que para otros es expresión democrática. Y si a lo más civilizado que hemos sido capaces de llegar es a este sistema de mayorías, en este apasionado debate sobre la recuperación del frente de ría que ocupa la Avenida Francisco Montenegro, deberíamos saber con claridad cuál es la opción mayoritaria de la ciudadanía onubense. El acuerdo del año 91 contó con un amplio consenso y debería seguir siendo el referente válido en este asunto; no respetar lo acordado, hace sólo trece años, en una cuestión de tanta importancia para la historia de nuestra ciudad no favorece en nada la confianza ciudadana en los símbolos propios de la cultura democrática. Una vez demostrada la fragilidad de los pactos en esta ciudad (del poco valor que tendrán a partir de ahora los compromisos firmados ya se están viendo signos), habría que apostar menos por la escenificación de gestos y más por conocer de una vez la verdadera voluntad popular.

Lo cierto e incuestionable es que existe, aprobado por el Pleno, un Reglamento de Participación Ciudadana (de la época socialista en el gobierno municipal) que recoge la fórmula del referéndum, o consulta popular, como también lo es que se dan las condiciones en él expresadas para su convocatoria. Y si tanto se está hablando de regeneración democrática en nuestro país sería necesario que todos, en este caso, independientemente del lado de la fractura que nos coloquemos, defendiéramos su celebración para acabar con ella.
Por otro lado, me parece necesario que nos esforcemos en cultivar buenas formas de convivencia democrática y los últimos episodios, aparte de bochornosos, sólo inducen a pensar que quien las cambia por amenazas es porque algo teme. Ha generado miedo la convocatoria del día 12 de la Mesa de la Ría, malos tiempos cuando se siente como provocación lo que es un acto de libertad de expresión. Con estos detalles cada vez se hace más evidente, y Luciano después de todo es el de menos, que existen unos intereses que se quieren imponer a la verdadera voluntad popular.
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Algunos llaman fractura social lo que para otros sólo es utopía, una utopía que empezó a parecer posible en el año 91. El tiempo pasa y la ilusión permanece, más arraigada de lo que muchos quisieran; recuperar el frente de La Ría es una antigua ilusión de futuro de esta ciudad. Una ciudad que está demostrando que sabe construir utopías colectivas con ese otro gran proyecto por el que luchó el pueblo: el Parque Moret.
Después del abuso y simplificación que ha supuesto el intento de recuperación de una Huelva mítica, la Huelva de los 50, como seña de identidad colectiva, es importante que luchemos por tener otras que además de hablarnos del pasado nos enganchen con el futuro, si no queremos seguir siendo víctimas de un provincianismo trasnochado. El poder simbólico que tiene la recuperación de La Ría es mayor que el de la iconografía futbolero-religiosa, que tan buenos resultados ha dado y que ya resulta tan agotada, porque tiene la fuerza de los sueños.
El día 12 de octubre, en la Punta del Sebo, no nos van a robar la oportunidad de expresarnos democráticamente hasta tanto llega el referéndum. Nos vemos.