Custodia, por Pedro Gabo
De los hijos, no del Corpus; aunque el asunto tenga a veces mucho de vía crucis.
Apoyo que en caso de divorcio la custodia de los hijos sea compartida, por ley. Esa debería de ser la norma que acabe con una situación tan injusta para la mayoría de los varones.
Se trata de dar un paso más en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres que las propias feministas deberían de defender. Porque si las cosas siguen como están, beneficiándolas a ellas, es como consecuencia del machismo. El mismo que no las protege de la violencia, o no castiga al maltratador suficientemente.
Si es erróneo pensar que una mujer no está igual de capacitada que un hombre para desempeñar cualquier responsabilidad, no sé por qué hay que entender que sí tienen la exclusiva para cuidar de los hijos.
Resulta inconcebible que el argumento para estar en contra de este avance social sea que se beneficia a los maltratadores. Qué sucede con el resto de los padres, la gran mayoría, que se ven privados de un derecho a consecuencia de la violencia de otros. Las excepciones a la norma, requieren de un tratamiento especial. Y la norma es que los padres quieren a sus hijos.
Y en las relaciones interpersonales hay otros tipos de violencia, aunque sea más difícil de demostrar. Y también la sufren los varones. Sin olvidar que no siempre están las madres en las mejores condiciones para cuidar de sus hijos.
Cómo se mide la idoneidad para ser el responsable de éstos. Desde luego me gustaría pensar que no son con los criterios de la Sección Femenina.
Opiniones como ésta pueden ocasionar controversia. Pero la situación me parece injusta y no se debe temer la descalificación (¡machista!) que a veces planea sobre cualquier posicionamiento que cuestione lo que dicen determinadas organizaciones de mujeres con gran capacidad de presión.
*
Por más que apuestes por una sociedad igualitaria y te impliques en la crianza de tus hijos, si hay divorcio pueden convertirte en un padre de fin de semana. Sin tener muy en cuenta el verdadero interés del menor.
Esta situación empezará a cambiar cuando los varones estemos no sólo organizados, sino con un discurso propio sobre nuestras emociones que rompa con el mito del instinto materno. Debemos poner en valor el nuestro como padres, conquistando un espacio emocional que el propio machismo cercenó en nosotros. Y, sobre todo, no dejar que nos hagan responsables de tanto siglos de discriminación contra la mujer.
Desde luego es un momento para la esperanza. Cada vez está más asumido que el modelo de familia tradicional convive con otros modelos y que todos tienen validez (hasta se está rompiendo el tabú de que las parejas homosexuales adopten), sobre todo, cuando el valor que prima es el amor.
Después de tanto esfuerzo por parte de las mujeres contra la sociedad machista, vuelve el debate de si realmente apostamos por una sociedad igualitaria. Esta es la otra cara de la moneda, los varones queremos ocupar un espacio, privado, que hasta ahora nos ha sido vetado. La custodia del valor de la igualdad sin duda conlleva la pérdida de algunos privilegios.
Apoyo que en caso de divorcio la custodia de los hijos sea compartida, por ley. Esa debería de ser la norma que acabe con una situación tan injusta para la mayoría de los varones.
Se trata de dar un paso más en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres que las propias feministas deberían de defender. Porque si las cosas siguen como están, beneficiándolas a ellas, es como consecuencia del machismo. El mismo que no las protege de la violencia, o no castiga al maltratador suficientemente.
Si es erróneo pensar que una mujer no está igual de capacitada que un hombre para desempeñar cualquier responsabilidad, no sé por qué hay que entender que sí tienen la exclusiva para cuidar de los hijos.
Resulta inconcebible que el argumento para estar en contra de este avance social sea que se beneficia a los maltratadores. Qué sucede con el resto de los padres, la gran mayoría, que se ven privados de un derecho a consecuencia de la violencia de otros. Las excepciones a la norma, requieren de un tratamiento especial. Y la norma es que los padres quieren a sus hijos.
Y en las relaciones interpersonales hay otros tipos de violencia, aunque sea más difícil de demostrar. Y también la sufren los varones. Sin olvidar que no siempre están las madres en las mejores condiciones para cuidar de sus hijos.
Cómo se mide la idoneidad para ser el responsable de éstos. Desde luego me gustaría pensar que no son con los criterios de la Sección Femenina.
Opiniones como ésta pueden ocasionar controversia. Pero la situación me parece injusta y no se debe temer la descalificación (¡machista!) que a veces planea sobre cualquier posicionamiento que cuestione lo que dicen determinadas organizaciones de mujeres con gran capacidad de presión.
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Por más que apuestes por una sociedad igualitaria y te impliques en la crianza de tus hijos, si hay divorcio pueden convertirte en un padre de fin de semana. Sin tener muy en cuenta el verdadero interés del menor.
Esta situación empezará a cambiar cuando los varones estemos no sólo organizados, sino con un discurso propio sobre nuestras emociones que rompa con el mito del instinto materno. Debemos poner en valor el nuestro como padres, conquistando un espacio emocional que el propio machismo cercenó en nosotros. Y, sobre todo, no dejar que nos hagan responsables de tanto siglos de discriminación contra la mujer.
Desde luego es un momento para la esperanza. Cada vez está más asumido que el modelo de familia tradicional convive con otros modelos y que todos tienen validez (hasta se está rompiendo el tabú de que las parejas homosexuales adopten), sobre todo, cuando el valor que prima es el amor.
Después de tanto esfuerzo por parte de las mujeres contra la sociedad machista, vuelve el debate de si realmente apostamos por una sociedad igualitaria. Esta es la otra cara de la moneda, los varones queremos ocupar un espacio, privado, que hasta ahora nos ha sido vetado. La custodia del valor de la igualdad sin duda conlleva la pérdida de algunos privilegios.
Ya va siendo hora de que se acabe con la injusticia actual de la adjudicación automática de la custodia a las madres. La inmensa mayoría de padres separados y divorciados no son maltratadores y tienen el mismo derecho que las madres a cuidar y disfrutar de sus hijos. Además, para éstos lo mejor es conservar la relación con sus padres a partes iguales.