Zánganos
No sé absolutamente nada de genética. Bueno, realmente me atrevería a afirmar que sé muy poco de casi nada. Hace tiempo que me quedó claro que una vida no es suficiente para obtener los conocimientos necesarios que permitan a una persona profundizar en varias materias. Si acaso en una, y para ello se ha de ser algo así como un medio monstruo dedicado full time a lo que investiga. Esto viene a cuento porque, en cualquier periódico o revista con nada que uno pase la vista al azar por cualquier página, encuentra avances tecnológicos y científicos que les son imposibles -por más que se empeñe- de descifrar. Leo esta semana que con esperma artificial (obtenido a partir de células madre embrionarias) se han fecundado óvulos y que de esa unión han nacido animales, en este caso ratas. Los roedores nacidos de esta guisa andan un poco majaras -para ser riguroso con la reseña periodística- y tienen una media de vida un poco escasa, pero todo se andará, viene a decir la noticia. Los científicos dicen que es el primer paso para la obtención de espermatozoides humanos. Y aquí es donde viene el problema. Porque verán, si se puede sacar esperma de un banco de células madre, que permita fecundar óvulos de los que nacerán personas y, además, se puede escoger el sexo de las mismas, ya la hemos liado. A saber. Como la capacidad reproductora la poseen las mujeres, los hombres sólo serán necesarios como meros objetos decorativos, como elementos puramente lúdicos o como bestias de carga. En fin, como zánganos. Orwell y algunos otros escritores ya imaginaron algo por el estilo, pero escribieron novelas. A mí lo que me fastidia es que esto se escriba en revistas científicas. La hora de las mujeres ha llegado. Quizá sea la venganza que nos merecemos por el trato que históricamente los hombres les hemos dado.