Vivir en un cuento (2016)
En cada persona habita un hombre y una mujer. También un político, un militar, un sacerdote, un acaudalado banquero, un mindundi, un estafador, un proxeneta, un inmigrante, un dictador, un misógino, un niño, un verso suelto, un proyecto inacabado, una idea, un sueño, un profesor, un jardinero, un ignorante, una huída nunca emprendida, un libro no iniciado, una machacona sentencia, una desgracia, un policía, un terror insalvable, una risa helada, una nostalgia...
En cada hombre y en cada mujer, en cada ser humano, anida el todo que nos circunda, el que nos agobia, nos fagocita, nos empuja, nos lleva y nos trae a improvisados lugares jamás pensados y ni siquiera soñados.
En cada ser humano, no importa su raza, religión, ideología, edad, género o nacionalidad, está el universo todo; no en vano, pese a los interesados escépticos, es parte sustancial de la naturaleza: forma parte de la cadena que hace posible la evolución de la especie.
Cada individuo posee en sí, en sus cimientos, el esfuerzo realizado por la humanidad toda -con sus errores y sus aciertos- desde que el pensamiento nos distingue de otros animales.
Pero, a pesar de lo dicho, los encargados de iluminar el camino a las nuevas generaciones, han cambiado los códigos de aprendizaje en las sociedades en que habitamos con objeto de que el oscurantismo prime sobre la luz, la barbarie sobre la paz, el sueño sobre la vigilia, los acontecimientos sobre los hechos, la mentira sobre la verdad, la ignorancia que ciega sobre el conocimiento cierto.
Lo peor es que esta lamentable situación no viene de ahora, de esta azarosa época en la que nos encontramos inmersos sino que siempre fue así y se mantendrá tal cual por puros intereses crematísticos, por el valor del dinero, del poder, del control sobre los otros, aunque ello suponga mantener en la inopia a millones de seres humanos que morirán sin haber despertado del cuento que nos narraron a lo largo de todo tiempo.
Paco Huelva
5 de enero de 2016