Veo
Se me están acumulando los muertos. De un tiempo a esta parte tengo la maléfica impresión de que estoy siendo rodeado por cadáveres.
Veo los cuerpos destrozados de las personas que fenecen en todas las guerras -las que son noticia y las olvidadas por la prensa, que son muchas-.
Veo -y escucho- la agonía de los que no tienen salvación alguna y, aunque siguen vivos, yo sé que están muertos porque están encuadrados en las miras de las armas que en breve escupirán la expiración en forma de metralla.
Veo a multitud de seres embarcados en un monumental cayuco que los llevará a las puertas del infierno donde Cerbero les espera con sus tres cabezas adornadas de serpientes.
Veo los ojos sin brillo de los que están llamados al cadalso donde encontrarán la guillotina del eterno silencio.
Veo los labios sin sonrisa posible de los que se mueren de hambre sin alimento que los redima del eterno tránsito al que están destinados.
Veo... Y veo...
Aunque muchos digan que yo también estoy muerto, veo.
En realidad, no sé si sería mejor estar muerto para no tener que ver esto. Pero, por ahora, y hasta que la locura llegue en forma de bálsamo, desgraciadamente, VEO.
Veo los cuerpos destrozados de las personas que fenecen en todas las guerras -las que son noticia y las olvidadas por la prensa, que son muchas-.
Veo -y escucho- la agonía de los que no tienen salvación alguna y, aunque siguen vivos, yo sé que están muertos porque están encuadrados en las miras de las armas que en breve escupirán la expiración en forma de metralla.
Veo a multitud de seres embarcados en un monumental cayuco que los llevará a las puertas del infierno donde Cerbero les espera con sus tres cabezas adornadas de serpientes.
Veo los ojos sin brillo de los que están llamados al cadalso donde encontrarán la guillotina del eterno silencio.
Veo los labios sin sonrisa posible de los que se mueren de hambre sin alimento que los redima del eterno tránsito al que están destinados.
Veo... Y veo...
Aunque muchos digan que yo también estoy muerto, veo.
En realidad, no sé si sería mejor estar muerto para no tener que ver esto. Pero, por ahora, y hasta que la locura llegue en forma de bálsamo, desgraciadamente, VEO.
A pesar de todo, queridísimo Paco, aún por las mañanas, VEO la sonrisa de azahares de mi hija, al despertar, y siento una bocanada de esperanza que me revuelve el alma y aún me hace confiar en la condición humana.
Vino y besos.