Teatro
La vida es un teatro sinfín donde los actores y actrices coexistimos en el escenario natural que nos contiene y desde el cual, interpretamos papeles que improvisamos en función de las circunstancias. La coreografía varía con las estaciones y con la movilidad que precisen los papeles que encarnamos. Lo malo del teatro de la vida es que hay muchos directores tras el telón y nadie nos da el libreto exacto que debemos escenificar. La frustración y la esperanza marcan nuestros días como las dos caras de una misma moneda. La satisfacción llega pocas veces y sólo por breves estadías. Quienes aparentan conocer la obra están mintiendo. Llevamos cientos de miles de años representándonos y no hay forma de ofrecer una imagen de la humanidad medianamente digna. Casi siempre aplauden los mismos sectores; los demás arrastran por el entarimado su odio e incomprensión por quienes constantemente readaptan el guión en beneficio propio.
Ya lo cantó La Lupe con su sin par voz de ángel caído. Aunque también podríamos pensar que la vida es una obra de ensayo escrita por pocas manos y en la que las premisas y las conclusiones son habitualmente espurias y cínicamente interesadas.
Me gustó tu artículo (lo bueno, si breve...)
Un abrazo
Rafa