Rocío
Llevo algunos días por cuestiones profesionales alrededor del movimiento mariano que supone el Rocío. Intento abstraerme de lo que veo, huelo, oigo, palpo e incluso siento. Es imposible. Se podrá ser creyente, agnóstico o ateo, pero la plasticidad de esta multitudinaria romería tiene elementos suficientes para que una vez aquí -alrededor o dentro de ella-, uno no pueda liberarse del impacto que provoca en los sentidos. Aunque deseemos atrincherarnos en los aconsejables juicios de la razón, uno ha de dejarse llevar por lo que observa, por las pasiones encontradas de gente que viene y va, que aparentemente disfruta -incluso llorando; la humanidad tiene muchas formas de expresar los sentimientos- que solloza, que canta, que hacen multitud de kilómetros para venir aquí. ¿Por qué vienen? Pues no lo sé, pero vienen. He preguntado a muchas, todas las respuestas son diferentes: hay tantas como personas. Cada cuál tiene la suya, la que le vale, la que le sirve. Usted, seguro que también.
Estimado Agarillo:
No voy a rehuir el debate, no entra en mi forma de ser.
En cuanto al primer comentario, estoy de acuerdo, hay mucho dinero negro que se mueve en esa romería.
En cuanto al segundo, espero que te tomes la molestia de leer uno de mis artículos publicados en el periódico Odiel y en esta página, llamado "Inteligencia", que aunque no lo parezca va sobre ese asunto.
Respecto al tercero, ya es una cuestión subjetiva y de cada cual en que poco o nada puedo hacer yo (me refiero a dónde se toma la gente los wiskis). En cuanto a los incendios no conozco los datos de las investigaciones que supongo habrán puesto en marcha, pero desde luego, en ningún momento descarto, personalmente, que tengan que ver con el paso de las hermandades y las personas que las acompañan. ¡Es de cajón!
Así que, amigo Agariyo, lo que no puedes pretender es que este humilde columnista condicione la voluntad de nadie, (de nada seviría, por otra parte)espero que tú tampoco pretendas condicionar la mía.
UN SALUDO
PACO HUELVA