RIP (dos) (2014)
Nuestra originalidad es más aparente que real, igual que nuestras ideas. Somos, afortunadamente, nada especiales: una corriente incesante, por citar a Heráclito.
Es más, ese código que ahora llena miles de páginas impresas también es mentira: sólo nos sostendrá un tiempo. Alguien vendrá en breve que en vez de dibujar un helicoide pintará otra figura para explicarnos y también recibirá un Nobel o cualquier otro reconocimiento.
Escenas de salón.
Representaciones de cara a la galería donde escenificamos nuestro desconocimiento, nuestra orfandad. Somos en realidad poca, poquita cosa en el contexto universal.
Los absolutos no existen, el mundo es dinámico.
Todo tiene explicación pero sólo es válida en un tiempo y en un contexto. Einstein y algunos otros hablaron de esto, pero eso no importa. Nada de lo que pensamos es importante... es fundamental en el tiempo: solo es crucial en el momento.
Los que más defienden los absolutos son los políticos, acompañados y apoyados por los sectores económicos, religiosos y mediáticos dominantes. En realidad, estas divisiones son las que conforman la opinión pública: triste y manipulada expresión que solo sustenta un sofisma.
Desde la invención por Gutenberg de la tipografía, el texto impreso ha sido el elemento por excelencia para expandir la cultura y por ende, conformar los estados de opinión. Hoy, se le han unido otros medios, especialmente la red y, cómo no, la radio y la televisión.
Los políticos y acólitos citados inventan cosas -en algunos casos para, de buena fe, mejorar el entorno; en la mayoría para mantener el poder- que incluyen en programas con los que epatar a los pueblos.
Paco Huelva
Diciembre de 2014