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Política y derechos humanos (2016)

Foto: urblog.org
La semana que viene visitaré el campo de concentración de Theresienstadt situado a unos sesenta kilómetros de Praga. Pasearé por barracones y celdas, túneles y pasillos, y veré los crematorios en los que calcinaron a personas, no acierto a saber por qué malignas razones anidadas en la mente del ser humano. Ese animal, supuestamente, primus inter pares.
No hace mucho estuve en el Museo Judío de Berlín. Un edificio diseñado por Daniel Libeskind de tal forma, que todo el que entra allí siente la presión, la desazón, el sinsentido de lo que el hombre, cuando pierde la racionalidad, es capaz de hacer con sus semejantes. No puedo describir con palabras el miedo, el horror que padecí, cuando, al entrar en la Torre del Holocausto, la puerta, sin aviso previo, nos dejó encerrados por un minuto que se me antojó infinito, a cinco personas, en tan siniestro lugar.
Igual indignación sufrí el verano del pasado año al visitar Toulose, la capital del exilio republicano español. A partir de 1936, y muy especialmente después del final de la guerra civil española, entraron en territorio francés más de 470.000 refugiados españoles, de los cuales, en torno a 20.000 se quedaron en dicha ciudad.
Y este introito a qué viene, se preguntará el lector. Pues, viene a cuento porque no encuentro respuestas -por mucho que me estrujo el magín- a muchas de las acciones que los gobiernos contemporáneos, incluido el nuestro, están tomando respecto a la ciudadanía y a los derechos inalienables que la amparan.
¿Cómo es posible que el pueblo judío, con lo que sufrió por la persecución xenófoba de Hitler y sus adláteres, se comporte como lo está haciendo con el pueblo palestino?
¿Cómo entender que EEUU, adalid de la libertad, con su estatua al efecto y todo en Nueva York, mantenga una cárcel, una prisión ilegal, fuera de su territorio, en Guantánamo?
¿Cómo digerir la violación de los derechos humanos que la UE ha puesto encima de la mesa, de la noche a la mañana, haciendo de Turquía una gran cárcel a la que llevar a los exiliados que huyen de la guerra en Siria? ¿Está presionada Merkel por la cercanía de las elecciones? ¿Le han prometido a Turquía ingresar de una vez en la UE? ¿A qué viene esa flagrante violación de las normas recogidas en las Constituciones de los países miembros y en el derecho internacional, respecto al derecho de asilo? ¿Cómo se traga esto, señores políticos, de esta cada vez más desquiciada UE que nunca llegó a estar unida?
Paco Huelva