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Ni solidaridad (2016)

Foto: www.bbc.com
La pérdida en valores es una de las peores enfermedades que puede padecer la sociedad. Si encima el virus se generaliza, estamos ante una pandemia global de difícil solución, a menos que los llamados a resolverla, los Gobiernos, se pongan de acuerdo para elaborar tantas vacunas como fueran menester para este mal tan viejo como el mundo. Pero no seamos ilusos, eso no ocurrirá. El dinero, el negocio, el capital en definitiva, no permitirá tal cosa por muchas personas que mueran a diario en este orbe cruel e insolidario.
El cinco de diciembre de 2015 a las nueve de la mañana llegaron a la isla de Lesbos (Grecia) un grupo de profesionales españoles, de forma voluntaria, con objeto de ayudar en lo que se necesitara, dada la tragedia humanitaria que se vive en dicho lugar y en otras partes del mundo.
Desde ese día han atendido a más de 50.000 personas dando seguridad marítima en la travesía y en el momento del desembarco; han rescatado a más de 1000 personas que se encontraban a la deriva en el mar Egeo a temperaturas por debajo de cero grados; han dado formación a niños y mayores en el campamento de Pikpa... en fin, se han vaciado física y mentalmente por dar seguridad y cariño a otros seres humanos de ese éxodo imparable que huye del horror, la muerte, el hambre, el frío, la guerra... del colmo de todas las desdichas, vamos.
En estos momentos PROEM-AID, que así se denomina esta ONG (www.proemaid.es), dispone en toda España de quince equipos dispuestos a trabajar en la zona en los que intervienen bomberos, socorristas, buceadores, traductores, sanitarios, periodistas o expertos en logística, entre otras especialidades.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados ha premiado su labor en la zona, reconocimiento que también les ha sido otorgado por otras instituciones.
Pero, los voluntarios han tenido que dejar sus acciones en la zona por falta de financiación. Siempre hay un "pero" en esta mísera vida que nunca es azaroso; lo que ocurre siempre tiene una génesis, un motivo, y en este caso es denigrante y atroz: en Europa no se quieren a los inmigrantes. Punto.
Y me pregunto, ¿queda algo de humanidad en los Gobiernos de Europa? ¿Queda algo de solidaridad en las grandes empresas, en las instituciones, en las sociedades que conformamos todos? No queda. No. ¿Triste, verdad? Pues esa es la realidad. Entren en su página si les queda algo de conciencia y ayuden si pueden, aunque sea dando aliento.