La muerte oculta, de Javier Sánchez Menéndez (2014)
"Quién ha podido hacer tu soledad
si sientes en el pecho la fuerza de los gozos..."
Javier Sánchez Menéndez y yo nos presentimos, no nos conocemos. Hace tiempo que nos cuidamos, que nos leemos, que nos impulsamos con la meditada lectura del otro.
Amor, comprensión, compañerismo, extrañeza y respeto por la obra silenciosa hay en nuestras epístolas, que van y que vienen, que conforman un mundo propio.
En soledad, en comunión estética con lo primo, con su Destino, JSM sigue caminando errante por los vericuetos del pensamiento. Poeta de la existencia, no se masturba con los posicionamientos de otros. Ve transitar a los más, impertérrito, como viajeros perdidos en lo efímero.
Asentado en la duda, génesis de todas las Ideas, camina y camina a sotavento: oculta antorcha de verdad poética. JSM se persigue a sí, y cuando se encuentra, explosiona en palabras rebosantes de esencia.
Acaba de reeditar "La muerte oculta" (Edit. Vitela), poemario que viera la luz impresa en 1996 y que se resiste a dormir el sueño de los muertos olvidados por el paso del tiempo. Aporta esta edición un prólogo de Antonio Colinas y un broche de luces como epílogo que sustenta la palabra de Tomás Rodríguez Reyes: "De símbolos y perplejidades en una oculta muerte".
Javier Sánchez Menéndez no necesita discutir aunque sí discutirse. Buscar las aristas del poliedro que hay en cada verso, esas mil caras orilladas en lo ignoto que sólo el poeta poeta sabe encontrar con esfuerzo.
EL ALBA DETERMINA
Miro el pasado
pero seguramente nadie recordará
los tallos de las rosas,
las respuestas,
mis pasos.
Miro los páramos,
los últimos molinos de adviento,
la soledad que alienta alguna duda.
Dibujo el viento en los campos.
Atrás quedaron días profundos,
silencio
vertido en el rumor de las orquestas,
silencio de tristeza,
de hojas amarillas,
de caminos amargos,
de mujeres colmadas por el sabor de la muerte
y de ti.
Habitas lo más hondo del olvido
como un latido quieto por el tiempo,
como tierra que dejo
antes de recorrer los montes,
los bosques;
la locura de ser
un fruto blanco y luminoso
que la aurora extermina.
JSM sabe que andar la vida duele. Que el camino es siempre interior, hacia lo hondo... lo puro que hay en el ser, lo indiscutible, lo supremo: palabra desnuda de intereses: verbo.
Leo de forma asidua a JSM. Me alimenta y me arenga en el transitar su lucha intensa de poeta contra pensamiento. Magna hostilidad es su contienda: sino de los poetas espejos de precursores preclaros que aportaron albor a las sombras.
Combatir las dicotomías y los odios con la Belleza es el único fin que ha de defender el vate: fijar la existencia con palabra sentencial, perdurable, arrancada de los linderos del dolor, de la extrañeza de los sentimientos profundos, esos que anidan en lo incógnito y son necesarios para conseguir la plenitud, la completud.
Ser verso de un poema nunca resuelto: eso es la vida. Su vida.
Paco Huelva
Abril de 2014