La aldea perdida (II)
Manuel y yo, en un acto de reconocimiento que se ahonda más cada vez que nos vemos, nos estamos haciendo amigos.
Charlamos... de cine, sobre todo de cine; hablamos de Buñuel, de Man Ray, de cómo está el mercado de los documentales en estos momentos y del hecho de que no existan salas donde poder ver este género audiovisual. De los festivales de teatro de Niebla, de Mérida y de Almagro. Del festival de cine Iberoamericano y del festival de cine de Islantilla, que tan magníficamente dirige mi amigo Juan Labrador, ese genio desconocido -aún por revelar- que derrama su esencia y su buen hacer en todo lo que hace.
Durante la conversación con Manuel Jiménez, se me ocurre llamar a Juan Labrador, porque entiendo que Juan y Manolo tienen intereses creativos y estilísticos y que sería bueno para ambos que se vieran, que se reconocieran. Lo llamo y ambos quedan encantados para hablar de lo divino y lo humano, esa faceta que convierte a los creadores en raros buriles capaces de tallar el mundo y el entorno con ideas nuevas, con propuestas diferentes, con utopías siempre renovadas y fértiles.
"La aldea perdida" se visionará en el Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam, donde compite, según me dice Manuel, el día 29 de noviembre a las 19:30 horas. Está nominada como Premio del Público y mejor Ópera Prima. Se medirá con 17 documentales que han llegado a la final.
Espero que esta "cinta" obtenga el reconocimiento que se merece y que a mi juicio se le debe. Deseémosle algo de suerte y un poco de azar, porque... para qué nos vamos a engañar, estas cosas siempre hacen falta en los festivales o en los premios literarios, sobre todo cuando se es primerizo.
Por supuesto, suerte para ese documental del que ya he oido hablar, por cierto, y que espero no tardar mucho en poder ver y comentar. Vino y besos.