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José Nogales (2016)

Foto: casadellibro.com
Hay escritores que son unos completos desconocidos, a pesar de una obra ingente; otros, brillan unos años entre sus coetáneos y luego desaparecen por siempre; algunos otros, los menos, poseen una estela que recorre el tiempo y vence fronteras, pueblos y culturas.
José Nogales Nogales, que por desgracia pertenece al segundo grupo de los descritos, nació en Valverde del Camino en 1860 y falleció en Madrid en 1908. A su entierro acudieron Canalejas, Moret, Blasco Ibáñez y Pérez Galdós entre otros. Sin embargo, pocos, muy pocos, saben de su buen hacer periodístico, literario o político, ni siquiera en su tierra.
Esta semana pasada el profesor Ángel Manuel Rodríguez Castillo presentó en la Biblioteca Provincial de Huelva, escoltado por las dos figuras más señeras de la literatura onubense actual (Manuel Garrido Palacios y Manuel Moya) Cuentos escogidos de José Nogales Nogales, puesto en circulación por la editorial Renacimiento.
El texto consta de un prólogo de Rodríguez Castillo, de cuarenta cuentos de Nogales y de un epílogo a modo de conclusión, denominado Añoranzas.
Rodríguez Castillo conoce como pocos la obra de Nogales, no en vano realizó su tesis doctoral sobre el mismo: Vida y obra de José Nogales. De ahí que los cuentos seleccionados por él sean un manjar para los aficionados al género. Divide los mismos, con acierto, en cuatro apartados: Del siglo de oro y picarescos, Leyendas y supersticiones, Naturalistas y moralistas y Otros temas.
He posado mis ojos por cada una de las páginas del libro con pasión de diletante. Hay quienes dicen que los cuentos y las novelas envejecen, no es cierto. Lo que se degenera son las modas, incluso los estilos, pero no los textos bien escritos. Sólo hay que situarse en el tiempo de los mismos y dejarse llevar por la ambrosía de la palabra evocadora, del verbo ágil, de la narración que nos lleva a espacios reales o ficticios. Y José Nogales nos transporta a un mundo reconocido en su tiempo como original, paisajístico, incisivo, satírico, crítico y reivindicativo. De ahí quizá, de "su ausencia de pelos en la lengua" tanto en el campo político como en el literario, le vengan estos males: este olvido.
Baste decir, para finalizar, que con su cuento Las tres cosas del tío Juan, ganó en 1900 un concurso organizado por El Liberal, donde Emilia Pardo Bazán y Valle-Inclán quedaron segunda y tercero respectivamente. Cosa que no le perdonaron, por supuesto.
9 de junio de 2016