Gao Xingjian
Hijo de un banquero y de una actriz, Xingjian vivió muy de cerca la invasión japonesa; fue encuadrado dentro del círculo de personas no deseadas durante la Revolución Cultural China y enviado a un campo de reeducación entre 1966 y 1976. Se exilió en Francia y su trabajo fue prohibido en China desde 1986.
En el año 2000 la Academia Sueca le concede el Nobel de literatura, ese cuantioso premio monetario de resonancias mundiales creado por el inventor de la dinamita, que consagra una de las grandes antítesis de nuestro tiempo: la unión de la destrucción programada con la libertad de creación.
Traductor reconocido (de Ionesco, de Beckett, de Kafka, a quien menciona constantemente como paradigma de escritor), novelista, poeta, dramaturgo, director de teatro y pintor (expuso en el Reina Sofía desde enero a abril de 2002), Xingjian reivindica que la literatura sólo puede ser la voz del individuo y que ha de tocar lo esencial del ser humano, lo real, a diferencia de la historia que siempre está contada desde la óptica del poder. El creador sólo ha de ser fiel a las estructuras que imagina y a las reglas que se impone. El lenguaje es para Xingjian una bola de pasta con la que se moldean frases.
Completamente desconocido en China, es un creador multidisciplinar al que todo espíritu sensible tiene el deber de acercarse. Yo recomendaría que se hiciera por dos de sus libros más afamados: El libro de un hombre solo y La montaña del alma. Después de ello, cada uno de ustedes buscará la senda más adecuada a sus preferencias para aproximarse a este hombre libre que escribe siguiendo los dictados de su conciencia.
En el año 2000 la Academia Sueca le concede el Nobel de literatura, ese cuantioso premio monetario de resonancias mundiales creado por el inventor de la dinamita, que consagra una de las grandes antítesis de nuestro tiempo: la unión de la destrucción programada con la libertad de creación.
Traductor reconocido (de Ionesco, de Beckett, de Kafka, a quien menciona constantemente como paradigma de escritor), novelista, poeta, dramaturgo, director de teatro y pintor (expuso en el Reina Sofía desde enero a abril de 2002), Xingjian reivindica que la literatura sólo puede ser la voz del individuo y que ha de tocar lo esencial del ser humano, lo real, a diferencia de la historia que siempre está contada desde la óptica del poder. El creador sólo ha de ser fiel a las estructuras que imagina y a las reglas que se impone. El lenguaje es para Xingjian una bola de pasta con la que se moldean frases.
Completamente desconocido en China, es un creador multidisciplinar al que todo espíritu sensible tiene el deber de acercarse. Yo recomendaría que se hiciera por dos de sus libros más afamados: El libro de un hombre solo y La montaña del alma. Después de ello, cada uno de ustedes buscará la senda más adecuada a sus preferencias para aproximarse a este hombre libre que escribe siguiendo los dictados de su conciencia.