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Ética y política (2016)

Foto: www.educ.ar
Resulta difícil hablar de estética después de lo ocurrido en Bruselas estos días atrás. Los últimos atentados en Bélgica demuestran la vulnerabilidad de una Europa dividida no solo en lo económico sino también en todo aquello que es sustancial y debiera dar garantía de estabilidad a un sistema.
A Europa le falta cemento. La argamasa con la que está construida tiene mucha arena y poco cemento; y claro, el edificio se cascarilla, se raja y se terminará desplomando.
A cierta edad no hay tiempo para la retórica, así que, demostremos madurez y prescindamos de ditirambos que a lado alguno llevan excepto a marear la perdiz.
La ausencia de una respuesta unificada de las fuerzas de seguridad y de los servicios de inteligencia -la ineficacia de los mismos ni me la planteo- tiene connotaciones que pudieran rayar en la responsabilidad de los gobiernos para con la ciudadanía, en cuanto a la obligación que tienen los mismos de garantizar el derecho a la vida y a la libre circulación de las personas en el territorio europeo.
La norma entre cuerpos policiales no es compartir información sino esconderla ante los otros. Aquello de que la información es poder y el celo corporativo, los lleva al extremo de poner en peligro la máxima misma para la que fueron creados: garantizar la seguridad, la vida y el bienestar de la ciudadanía.
Esto podrá gustar o no, pero es así. Igual ocurre con las distintas plataformas de inteligencia existentes en Europa, salvo excepciones muy puntuales de colaboración de unos países con otros cuando el asunto se les va de las manos.
La Unión Europea, ese constructo aún por definir después de tantos años de palabrería, adolece de un centro de inteligencia propio que disponga de toda la información. Y cuando digo toda digo toda. Punto. Reitero: la norma es esconder no compartir.
Para acabar con el terrorismo habría que empezar por cortarle la financiación, no venderles armas, eliminar la pobreza en las zonas de conflicto y firmar un pacto antiyihadista en donde, ineludiblemente, han de estar incluidos los países árabes. Todo lo demás son monsergas.
Preguntémonos un poco: ¿Quiénes les venden las armas? ¿De qué países sale el dinero para financiarlos? ¿Quiénes están interesados en destrozar las estructuras para luego reconstruirlas o anexionárselas? ¿Genera más dinero la inestabilidad o la estabilidad?
La ética está ausente en las políticas de Estado y esto da vergí¼enza. Mucha. Por lo menos a quien firma.
@pacohuelvacala