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El huevo de la serpiente (2014)


La ficción supone el único antídoto posible ante la deconstrucción de la arquitectura social que están llevando a cabo en la vieja Europa.
Como le ocurre a la mayoría de la ciudadanía del continente, en nuestras encrucijadas neuronales se enraíza la incertidumbre por saber qué cosas serán las venideras.
Thomas Carlyle mantenía que "la verdadera Universidad de hoy es una colección de libros", y, los libros, hoy, están a nuestra disposición en cualquier biblioteca o en la misma Red si se desea; sólo hay que cogerlos, poseerlos, hacerse amante activo de ellos.
Esta semana he leído Diarios de Fernando Pessoa (Gadir), La sombra cazadora de Suso de Toro (Ediciones B), una historia que posee demasiado paralelismo con Blade Runner, la taquillera película de Ridley Scott, El diablo de Lev Tolstói (Galaxia Gutenberg), En ausencia de Blanca, del nuevo Príncipe de Asturias Muñoz Molina (Alfaguara) y, ahora, ando metido en faena con una novela poco conocida del republicano Vicente Blasco Ibáñez, La araña negra (Renacimiento), que pone de vuelta y media a la Iglesia en una extensa narración que se mantuvo prohibida y proscrita en tiempos del franquismo.
Pero, ni el relato o la novela peor escrita que puedan leerse, presenta un planteamiento tan espantoso como el que nos están escenificando en este teatro del absurdo que vivimos los políticos que nos gobiernan.
Por eso leo más, porque sus actos no tienen credibilidad alguna a diferencia de lo que ocurre en la narrativa, en donde es una condición necesaria para que sea verosímil.
Estamos manejados por oportunistas de saldo, por marionetas del Capital, por hombres de barro, por necios con aspiraciones, en definitiva... por políticos de pacotilla.
¿Cómo es posible, cómo, que después de los dos intentos de dominar Europa que llevó a cabo Alemania en el pasado siglo, el resto de países de este viejo continente, permita, sin rebelarse, que Alemania vuelva a intentarlo?
O se le corta el rollo a Alemania de forma tajante, por una coalición en la que deben estar a la fuerza Gran Bretaña y Francia, o volveremos, en términos de derechos sociales y de miserias, a las postrimerías de la primera Gran Guerra, esa que dibujó Ingmar Bergman cuando llevó a la pantalla El huevo de la serpiente.
(Publiqué este artículo en prensa el 7 de junio de 2013. Como puede colegirse no ha perdido vigencia ni me equivoqué un ápice).
Paco Huelva
Octubre de 2014