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Despedida (2014)


Cuando vino a por mí y cargó con su faca, entendí que yo en su lugar hubiera hecho lo mismo. En el instante en que me sentí rajado, vi el miedo anidado en tu rostro por si la vengadora daga encaminaría los pasos hacia ti después de acabar conmigo.
Te dije que era peligroso mantener esta relación; yo tenía que pagar por lo que hice a mi mejor amigo, tu marido. Espero que mi muerte sirva para redimirnos a ambos y no sea necesaria la tuya. Que, con el venero de sangre que mana de mi cuerpo, puedan saciarse sus celos. ¡Adiós!
Paco Huelva
Marzo de 2014


archivado en:
Benito A. de la Morena Carretero
Benito A. de la Morena Carretero dice:
18/03/2014 17:55

Breve y claro, pero nadie escarmienta en cabeza ajena, por eso de las "hormonas". Saludos

Yolanda
Yolanda dice:
18/03/2014 17:56

Enhorabuena. Estupendo microrelato repleto de vida, pese al adiós.

Rafael
Rafael dice:
18/03/2014 18:13

Compacto. Directo al hígado, como el propio relato.Felicidades.

Miguel ventura
Miguel ventura dice:
18/03/2014 18:21

Crudo pero real, aunque no tan poético.

Agustin
Agustin dice:
18/03/2014 20:02

¿Y por qué tanta sangre y tanto ensañamiento por cosas que ocurren en la vida cotidiana? ¿No eran amigos? Si hubiera sido un extraño quien le hubiera tendido la mano ante la insatisfacción de la esposa habría motivos para el enojo, pero con los amigos no, ¡cuidado con eso! Este buen hombre solo quiso evitar las habladurías de esos desalmados que solo buscan su satisfacción y fastidiar al prójimo, para después ir por ahí vociferando sus hazañas a los cuatro vientos, sin importarle los sufrimientos de esos que siempre son los últimos en enterarse; pero los amigos nunca van con esas intenciones. No comprendo por qué se siente culpable de haber echado un cabo a un amigo que lo necesitaba; no lo entiendo, de verdad que no. Además, ¿por qué no compartir las cosas buenas con los que verdaderamente apreciamos? ¿Es que los amigos solo son para cargar con las desgracias y estar ahí, al lado del cañón, cuando todos salen huyendo?