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Cuando el vino sueña (2014)


En la oscuridad dormirá su tiempo hasta que sea despertado en alba incierta.


Mientras tanto, delira con la remota poda que le desvistió de su frondoso ramaje para dejarlo en esquelética cruceta. Cementerio de aspas deformes son las viñas en esta época. Negras cosmogonías por las raíces atadas al meollo en donde habita la esencia. Deformes sementeras ¡ay!, que darán o no cosecha.
Sentí cómo la naturaleza, siguiendo instrucciones del hijo de Júpiter y de Sémele, taponaba rauda las arterias por donde escaparía la savia a destiempo: ulcerosas llagas por las que palpitaba la vida, fuentes de oro, manantial brotante de la más honda y pura materia.
Un día vino el agricultor e hizo su trabajo: injertó si fue necesario, limpió de yerbas el oscuro tronco, acumuló aquí y allá tierra; luego, gradeó con esmero cuidando de no rozar los brazos de la planta y, más tarde, se fue sin más a esperar en silencio la llegada de la florescencia.
El hombre viene de vez en cuando, más que todo a mirar, a soñar conmigo mi sueño; y el sueño de ambos le revela que ya encontré a Ariadna y que está decidido por quienes pueden hacerlo, que la llevaré al Olimpo donde me batiré con mil gigantes; y que después de yacer con ella nacerá de su vientre una añada nueva, fuerte, poderosa, llena de colores nunca vistos, de aromas y de esencias que se pegarán al paladar como celestiales ambrosías dignas de las más exquisitas apetencias.
Barruntada la primavera, al calor de tiernos pámpanos de los que florecerán hojas nuevas, surgirán, como por ensalmo, los racimos que contienen en cada gajo el néctar que hará de mi lo que fui, lo que soy y lo que seguiré siendo mientras que haya vida en la Tierra.
No se preocupen los hombres del lagar cuando pisen mi materia. Soy hijo de Dioniso, el de la luenga barba, el que está coronado con hojas de yedras y de vides y esa es mi fortaleza.
Revivo todos los años para acompañar al hombre en sus alegrías y en sus penas. Soy el vino, el vino que da la tierra.
Paco Huelva
Abril de 2014

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Agustin Roble Santos
Agustin Roble Santos dice:
23/04/2014 21:38

Muy buena reflexión, amigo. ¡Enhorabuena! Y que nunca nos falte ese caldo milagroso entregado al hombre por los dioses. Ha sido la más etílica de todas tus reflexiones. Esperemos que la de este año sea una buena cosecha.