RIP (cinco) (2014)
Apostar por valores absolutos es una pérdida de tiempo aparte de una confusión infantil.
Pero, dirán ustedes, hay que construir. Pues claro. A cada segundo, en cada instante: es el sino de las especies: la evolución natural de las cosas.
Pero ello no implica estar en posesión de la verdad.
La certeza no existe.
Sólo debemos tener conciencia de estar consumando actos simples y, por seguir el hilo de Ariadna de este diserto, la próxima fracción de tiempo traerá la autodestrucción de las bases que cimentaron las tesis que le dieron justificación.
De ahí el valor de la utopía como referente político a medio plazo. Lo utópico nos lleva al extrarradio, nos acerca a lo imposible, hacia lo aparentemente no aceptado en un lugar y un tiempo, aunque... a veces, pudiera explicar y reconducir el caos mucho más certeramente que los sistemas organizados de pensamiento que intentan consolidar lo existente: lo "verdadero".
Tan reales fueron las obras de los surrealistas que el loco de Breton lideró como el perfeccionismo helénico de un mundo hecho con formas ideales.
Todas, unas y otras, solo sirvieron como bases residuales para cimentar el devenir.
El futuro es polícromo, como lo fue el pasado.
Además no tiene forma ni identidad predecible.
La aceptación individual o colectiva de un marco, de un referente político-social predefinido, de una idea de lo que son las cosas -en sentido platónico- solo sirve para engañarnos y seguir fluyendo sin ver siquiera los linderos del venero por donde navegamos.
Paco Huelva
Diciembre de 2014