Resentimiento (2016)
El príncipe de Lampedusa recomendaba a sus pares que todo cambie un poco para que todo siga exactamente igual. Esta frase, políticamente muy asumida, es un canon irrenunciable en muchos partidos. La libertad para ejercer la política puede surgir de la necesidad individual de intervenir en el conflicto social existente en un territorio, de una ambición personal o de ambas cosas. De estas tres posibilidades, parece, sin duda, que la éticamente más aceptable es sólo la primera.
Pero cuando los pensamientos de cada cual han de incluirse en una estrategia grupal, la generalidad se impone y es ahí donde comienzan los problemas entre lo que uno piensa y lo que al grupo le interesa. Pero, esto es inevitable, es el juego de la democracia y, mientras las decisiones se adopten por mayoría, nada hay que reprocharle al sistema.
Lo malo es cuando la participación de todos se manosea por los órganos del poder somático del mismo, acallando las voces disonantes que no interesan, utilizando métodos coercitivos y estrategias de intervención y manipulación, coartando así a los componentes del mismo que, en buena lid, participan en los asuntos de lo público -rondando a veces y afectando, claro está, a los ámbitos personales, laborales, familiares o, lo que es más grave, al descrédito social de la persona o personas que se desean quitar de en medio: que estorban, vamos-.
La legislatura pasada, si obviamos los diez meses de interregno, el PP a mi entender y visto en la distancia del paso de los días, realizó una política que yo llamaría "del resentimiento". Y me explico. Aplicando el rodillo de su mayoría absoluta, dedicó su tiempo de ejercicio en el cargo a desmontar las políticas sociales que el PSOE y otros partidos políticos del arco parlamentario, habían armado para favorecer un estado de bienestar social. Es decir, mayores cotas de igualdad, equidad y reparto de bienes en función de los ingresos de cada cual. Es cierto que usó el truco de "que viene el lobo" impuesto por los países boyantes de la Unión Europea, pero eso de nada le exime, la derecha y el liberalismo es así. Nada hay que objetar.
Pero las cosas han cambiado. Vamos a comprobar cómo el mismo partido político que generó tantas frustraciones a la ciudadanía, que recortó derechos esenciales en sanidad, en empleo o en educación, va a cambiar sus políticas. No le queda otra dada la configuración del parlamento. Y será curioso, muy curioso ver cómo lo explican.