Pistolas

En Florida, EEUU, se puede reventar la cabeza de cualquier intruso que entre en nuestra vivienda y desparramar sus sesos por el césped o el salón de un certero disparo. También se puede en los centros de trabajo y dentro del automóvil si te sientes amenazado. Pero no contentos, aún hay más. Ahora también se podrá disparar en plena vía pública; uno dispara y luego le pregunta al muerto cuáles eran sus intenciones.
EEUU tiene 280 millones de habitantes y, aparte de las innumerables armas militares, policiales y de los servicios de inteligencia, los ciudadanos disponen de más de 192 millones de armas de fuego. Cada año más de 130.000 personas son heridas, de las cuales 30.000 mueren. Imagino que los que mueren son los que no usan pistolas, o no las llevan encima porque no pega con el pañuelo del cuello o porque tardaron más en desenfundar.
En un artículo difundido por la agencia EFE en 2004, se afirma que la empresa Taser Internacional, con sede en Scottsdale (Arizona), ha vendido a más de 5.500 organismos policiales de EEUU armas eléctricas que producen una descarga de hasta 50.000 voltios durante cinco segundos -destinadas a los policías que patrullan las escuelas intermedias y secundarias- con objeto de apaciguar a los alumnos díscolos. Mejor suerte ha tenido una niña de cinco años, a la que la policía tumbó boca abajo, le pusieron los brazos en la espalda y la esposaron en plena clase, porque había cogido una rabieta cuando un compañero de colegio le quitó unos caramelos. Podía haber sido peor. Le podían haber dado una descarga o ya puestos, pegarle un tiro en defensa propia. Mierda de país.