Muros
Tengo ante mí una postal del muro de Berlín. Nos la remitió -a mi mujer y a mí- una amiga común el 30 de julio de 1987. En ella nos contaba entre otras cosas, "...he estado en sitios y en bares increíbles. Hay casas destruidas llenas de pintadas... Esta ciudad es diferente, es otro mundo. Yo, vivo en el Oeste, justo en la frontera con el Este, así que desde mi habitación veo el muro y el río..."
Y, del recuerdo de mi amiga y de su postal, me paso a las relaciones entre Kohl y Honecker, que es lo mismo que decir entre una Europa y otra Europa; y me llegan imágenes de los ametrallamientos indiscriminados que se hacían desde Berlín Este a los que saltaban el muro o gusaneaban la tierra como topos, y luego, como siguiendo un hilo, veo a los muertos del Estrecho, esos que a nadie importan -en ese muro de agua han muerto más personas que en la guerra de Irak o en los asesinatos cometidos por ETA-. Los muertos del Estrecho son muertos sin nombres, son alimento para especuladores que hacen negocio con el sufrimiento humano, cuando debiera ser una campana que resonara constantemente en la conciencia de los políticos y no les dejara dormir un segundo de sus "atareadas" vidas. Y aquellos que después de una vida de miseria, del pago de una cantidad desorbitada para llegar a nuestro Continente, de abandonar a sus familias y amigos, de..., apostar fuerte y jugarse el pellejo para encontrar algo mejor, consiguen llegar a El Dorado, se encuentran con el muro de la xenofobia, de la intolerancia, del desprecio, de la burla fácil, de la mirada ladina, de...
Hay millones de personas en el mundo que están abocadas a vivir en la mierda, en la indigencia, en la marginalidad más absoluta. Soportan a tiranos, a déspotas con sillón y palacios, a reyezuelos de pacotilla como el vecino, que habla de instalar una democracia en Marruecos pero deja morir de hambre a sus administrados y encarcela a sus periodistas -Lmrabet, amigo mío, me duele el alma por tu lucha-; pero, esto es lo que tenemos. Este es el mundo en que vivimos.
Umberto Bossi, el líder de la Liga Norte, el fascista que Berlusconi tuvo como Ministro de Reformas -yo sé lo que le gustaría reformar a este nostálgico, a este seguidor de Mussolini- ha dicho sobre las pateras que llegan a Italia, en el Corriére della Sera, que "hay que dejar las cosas claras y utilizar la fuerza. A la segunda o tercera advertencia, pum y dispara el cañón. El cañón se lleva por delante a cualquiera..., por las buenas o por las malas debemos cazar a los clandestinos". Tremendo Bossi. Asco de Bossi. Vómito me da Bossi y quienes lo amparan. No hay adjetivos para Bossi. Vergíenza me da que mis representantes políticos se sienten con un Presidente que mantiene un gobierno con semejante acompañante. ¡Aznar, Aznar, ¿con quién haces campaña política! Un cañón de protestas ciudadanas y de manifestaciones es lo que necesitan Berlusconi, el reycito del sur, el fidelísimo Fidel, el iluminado Bush, el...
Muros, muros: por todos lados, muros. Total, para morirse: unos pidiendo comida, otros libertad de expresión -que es alimento del alma- y los más, malviviendo en manos de gobernantes a los que sólo interesan los negocios y el dinero.
En 2002, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el mundo se ha gastado, que se sepa, 794.000 millones de dólares -la cuenta en pesetas o en euros se las dejo a ustedes, que a mí me da asco- en armamento. Esto supone, el 2í5 % del PIB mundial. O sea, 128 dólares por habitante del planeta. Cinco mil durillos por cabeza, sin distinción de sexo, nacionalidad, raza o religión. Pues bien, el 47% de ese gasto total, lo ha hecho el amigo norteamericano, EEUU, y el 23% Europa.
¿A qué jugamos? ¿Por qué aguantamos tanta indecencia, tanta inmoralidad y tanta injusticia los ciudadanos? Pues bien..., os lo diré. Por los muros. Hay muros de incultura, de desinformación, de vergíenza, de odio, de miedo, de hambre, de sed de justicia, de... Pero, sobre todo, hay un gran muro de mentiras. Estamos rodeados de mentiras, de aranas, de cuentos, de embustes, de trampas, de estafas, y de una ralea que nos gobierna en beneficio propio utilizando cualquier argumento a favor de sus tesis.
¡Hay que ser escéptico, ciudadano! No se fíe de nadie. Sólo crea en su conciencia y en su sentido común. Y, a pesar de todo, interróguese varias veces porque las apariencias engañan.
Pocas salidas tenemos los ciudadanos de a pie, excepto caminar por el sendero de nuestro pensamiento y esperar que la diosa Fortuna nos lleve de la mano de la buena suerte ante al azaroso mundo en que vivimos.
Acabo hoy con una frase de Raúl del Pozo, para su reflexión: "nadie llega a Cardenal si cree en Dios, nadie llega a multimillonario si no hace untaje".
Y, del recuerdo de mi amiga y de su postal, me paso a las relaciones entre Kohl y Honecker, que es lo mismo que decir entre una Europa y otra Europa; y me llegan imágenes de los ametrallamientos indiscriminados que se hacían desde Berlín Este a los que saltaban el muro o gusaneaban la tierra como topos, y luego, como siguiendo un hilo, veo a los muertos del Estrecho, esos que a nadie importan -en ese muro de agua han muerto más personas que en la guerra de Irak o en los asesinatos cometidos por ETA-. Los muertos del Estrecho son muertos sin nombres, son alimento para especuladores que hacen negocio con el sufrimiento humano, cuando debiera ser una campana que resonara constantemente en la conciencia de los políticos y no les dejara dormir un segundo de sus "atareadas" vidas. Y aquellos que después de una vida de miseria, del pago de una cantidad desorbitada para llegar a nuestro Continente, de abandonar a sus familias y amigos, de..., apostar fuerte y jugarse el pellejo para encontrar algo mejor, consiguen llegar a El Dorado, se encuentran con el muro de la xenofobia, de la intolerancia, del desprecio, de la burla fácil, de la mirada ladina, de...
Hay millones de personas en el mundo que están abocadas a vivir en la mierda, en la indigencia, en la marginalidad más absoluta. Soportan a tiranos, a déspotas con sillón y palacios, a reyezuelos de pacotilla como el vecino, que habla de instalar una democracia en Marruecos pero deja morir de hambre a sus administrados y encarcela a sus periodistas -Lmrabet, amigo mío, me duele el alma por tu lucha-; pero, esto es lo que tenemos. Este es el mundo en que vivimos.
Umberto Bossi, el líder de la Liga Norte, el fascista que Berlusconi tuvo como Ministro de Reformas -yo sé lo que le gustaría reformar a este nostálgico, a este seguidor de Mussolini- ha dicho sobre las pateras que llegan a Italia, en el Corriére della Sera, que "hay que dejar las cosas claras y utilizar la fuerza. A la segunda o tercera advertencia, pum y dispara el cañón. El cañón se lleva por delante a cualquiera..., por las buenas o por las malas debemos cazar a los clandestinos". Tremendo Bossi. Asco de Bossi. Vómito me da Bossi y quienes lo amparan. No hay adjetivos para Bossi. Vergíenza me da que mis representantes políticos se sienten con un Presidente que mantiene un gobierno con semejante acompañante. ¡Aznar, Aznar, ¿con quién haces campaña política! Un cañón de protestas ciudadanas y de manifestaciones es lo que necesitan Berlusconi, el reycito del sur, el fidelísimo Fidel, el iluminado Bush, el...
Muros, muros: por todos lados, muros. Total, para morirse: unos pidiendo comida, otros libertad de expresión -que es alimento del alma- y los más, malviviendo en manos de gobernantes a los que sólo interesan los negocios y el dinero.
En 2002, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el mundo se ha gastado, que se sepa, 794.000 millones de dólares -la cuenta en pesetas o en euros se las dejo a ustedes, que a mí me da asco- en armamento. Esto supone, el 2í5 % del PIB mundial. O sea, 128 dólares por habitante del planeta. Cinco mil durillos por cabeza, sin distinción de sexo, nacionalidad, raza o religión. Pues bien, el 47% de ese gasto total, lo ha hecho el amigo norteamericano, EEUU, y el 23% Europa.
¿A qué jugamos? ¿Por qué aguantamos tanta indecencia, tanta inmoralidad y tanta injusticia los ciudadanos? Pues bien..., os lo diré. Por los muros. Hay muros de incultura, de desinformación, de vergíenza, de odio, de miedo, de hambre, de sed de justicia, de... Pero, sobre todo, hay un gran muro de mentiras. Estamos rodeados de mentiras, de aranas, de cuentos, de embustes, de trampas, de estafas, y de una ralea que nos gobierna en beneficio propio utilizando cualquier argumento a favor de sus tesis.
¡Hay que ser escéptico, ciudadano! No se fíe de nadie. Sólo crea en su conciencia y en su sentido común. Y, a pesar de todo, interróguese varias veces porque las apariencias engañan.
Pocas salidas tenemos los ciudadanos de a pie, excepto caminar por el sendero de nuestro pensamiento y esperar que la diosa Fortuna nos lleve de la mano de la buena suerte ante al azaroso mundo en que vivimos.
Acabo hoy con una frase de Raúl del Pozo, para su reflexión: "nadie llega a Cardenal si cree en Dios, nadie llega a multimillonario si no hace untaje".
Este mundo, estimado Paco, sin lugar a dudas está lleno de muros, pero el peor de todos es que nos construimos a diario con nuestros propios párpados. Cerrar los ojos, o mirar para otro lado, (que a fin de cuentas viene a ser lo mismo), ante todas las injusticias y todos los atentados contra los derechos humanos hace que, sencillamente, nos convirtamos en una masa inutil, en una reunión de cerebros estériles abocados a ser dominados, precisamente, por quienes más interés tienen en que los muros sigan existiendo y, al ser posible, cada vez más altos. Muros construidos con cañones, con rejas de presidio, con pisotones en el cuello, con censura, con el hambre de mil años, con mentiras y verdades a media y, sobre todo, con la ignorancia consentida de la multitud aboregada y con la conciencia desnutrida. Hay que seguir luchando que son muchos y bien organizados.