Meditaciones abstrusas (2014)
Hoy he soñado que nacía una flor. Esto en principio puede parecer una perogrullada pero no lo es. Veréis. Sólo me he dormido unos minutos, no sé cuántos, pero puede que cinco o seis, no más.
Estaba en el sillón, leyendo, he doblado un poco la cabeza sobre el cabezal del mismo, he sujetado el libro poniendo ambas manos sobre él, como arropándolo y arropándome, y, así, me he ido al etéreo lugar en donde habita Morfeo.
Diréis, bueno, esto no es importante, esto ocurre a menudo cuando se está cansado y le sucede a todas las personas. ¿Por qué este hombre le da tanta importancia a este asunto? Pues, os diré. Primero, porque en sentido temporal, en los instantes en que he estado dormido, pongamos, seis minutos, no hay tiempo material para que una flor nazca. Es decir, para que una semilla se convierta en planta y de ella brote una flor.
Pero es que, en mi duermevela, yo he visto cómo germinaba la planta, cómo reverdecía y cómo de ese verde luego aparecía un capullo que poco a poco se iba abriendo hasta mostrarse en todo su esplendor. Y para eso hace falta mucho tiempo. ¡Mucho! Además de agua, de sol, de unas condiciones climatológicas adecuadas..., en fin, un montón de cosas que, en mi sueño, y en tan sólo seis minutos, se han dado. El crecimiento de mi flor al hacerse "vida" se ha dado en un espacio temporal inadecuado.
Porque, no dudéis de que tal flor existe. No sólo existe en mi cerebro, viajando por mis neuronas que la contienen y mantienen en su forma inalterable, sino que, en rigor, en mí se contiene todo el proceso que la hizo posible. La flor está por tanto, en síntesis, en mí.
Hay algo más, ahora que escribo. A partir de ahora la flor, mi flor, esa flor que era mía ya no sólo está en mí, también está en ti, en ti que lees estas letras. Pero tu flor y la mía son diferentes.
¿Cómo puede ser eso?, dirás. Pues sí, verás. Yo he soñado una flor, la que decimos que es mi flor, pero, ahora que la pienso, que la imagino, que recreo mi sueño y lo divulgo, tú, sin querer, has imaginado una flor. Y tu flor no es la mía. Tu flor es sólo tuya y además no tiene los mismos caracteres ni la misma fragancia ni las mismas hojas ni los mismos colores... Y, aunque lo fuera, aunque fuesen exactamente iguales y convengamos ambos que no se diferencian en nada, tu flor es tuya y la mía, mía. Son dos ejemplares diferentes de una idéntica flor.
Diréis, ¡hay que ver la que se trae éste con la dichosa flor! Bueno..., es que es importante. Trataré de explicarme partiendo del concepto, de la idea.
Para que yo pueda soñar una flor debo conocer que las flores existen. O sea, que se dan, que están en la naturaleza. Que en mi mente está grabada en algún lugar la idea en sentido platónico de lo que es una flor, porque si no, yo no podría imaginarla. Esto podríamos también discutirlo porque, a veces, soñamos cosas que no han ocurrido, que no han tenido substanciación en hechos precedentes.
Incluso, algunos piensan que podrían ser premoniciones, es decir, que lo que se sueña y no ha ocurrido puede ser un aviso, un indicativo de lo que va a suceder. Pero... si seguimos por aquí nos perderemos.
A lo que yo voy es a que yo he "visto" nacer mi flor, lo que debería implicar, lleguemos a ese acuerdo, que debo saber o sé que las flores existen y por esa razón yo las sueño.
El problema está en que la flor soñada por mí no existe. Me he repasado durante un montón de días todos los catálogos de flores y puedo asegurar que mi flor no está en la naturaleza.
Entonces ¿cómo la he soñado?
Sería indicativa esta circunstancia de que mi flor existió alguna vez y que su especie se perdió en la memoria del tiempo y que por algún vínculo heredado genéticamente, a mí, a mi cerebro, ha llegado la imagen de esa flor que existió y ya no es posible ver.
O pudiera ocurrir también que dicha flor, por cambios en sus condiciones ambientales, por la degradación de su medio natural, haya mutado de lo que era a lo que es, y lo que yo hago ahora es recrear lo que será en el futuro a partir de que he dicho y vosotros habéis constatado que esa flor ya existe.
No sé, deberé seguir meditando sobre esto...
Paco Huelva
Abril de 2014
¡Hermoso sueño! Y muy importante, si sueñas es porque tienes cerebro, y neuronas que te permiten interconectar aquello que existe, lo que no existe, existió o, tal vez existirá. ¡Pobres de aquellos descerebrados, sobre todo los que llegan a las sacrosantas esferas que le permiten decidir sobre el destino de los pueblos! Esos nunca soñarán; si acaso, tendrán pesadillas y, en lugar de una flor, verán todo tipo de alimañas, aves carroñeras y murciélagos con cuernos, dispuestos a dar buena cuenta de sus cuerpos y almas.