La utopía como necesidad
En este tiempo que transitamos como podemos -unos con más dificultades que otros- debido a la maldita presión de los mercados, pensar, lo que se dice pensar con nitidez, se está convirtiendo en un proceso cada vez más espinoso.
Porque, la ausencia de ingresos, la escasez, la insolvencia de muchas personas, se está asentando como lo hace la zurrapa en un café de puchero: en lo hondo. Y ese poso negro impide que la felicidad aflore a la mirada y que la luz de la sonrisa pueda mostrarse libre en el rostro.
Secularmente hemos recibido una maldita formación que nos impide demostrar que cuando lo estamos pasando mal, lo manifestemos. No sé por qué, pero es así.
A lo más que llegamos cuando nos preguntan cómo estamos, es a decir un ¡vamos tirando!, que no dice ni mucho ni poco porque nada dice.
Me sorprende bastante y debo manifestarlo (¿gritarlo?), la pasividad con la que afrontamos esta crisis. La falta de agresividad del pueblo y de sus representantes políticos y sindicales (ante la flagrante pérdida de derechos que la ciudadanía está padeciendo, sin contar la negra nube que asoma en el horizonte inmediato) me sume, en una apatía no exenta de ramalazos rebeldes que debo controlar ante la inacción que me rodea.
No lo entiendo.
No entiendo por qué hemos perdido el espíritu de lucha, de confrontación. Por qué hemos de doblegarnos sin más a los intereses espurios de los que manejan el dinero de todos, sacando tajada en el trueque que hacen... cada día, cada hora, cada segundo.
He manifestado alguna vez que los poderes legislativos y ejecutivos nacidos de la legitimidad, del precepto constructivo de una sociedad cualquiera, están perdiendo su fuerza de ordenar... invadidos por un selectivo y desconocido constructo controlado por financieros sin escrúpulos.
Miren, no deseo ser radical, pero esto es o ellos o nosotros.
El tiránico Estado orwelliano ha llegado. Una prueba de que no toda la literatura de ficción es ficción sino intuición ganada al tiempo por la fuerza de la creatividad, única palanca capaz de remover cimientos y hacer florecer un nuevo mundo.
Hay que reivindicar la utopía como motor de cambio: nada nuevo, por otra parte.
http://www.iberarte.com/index.php/canales/opinion/7214-la-utopia-como-necesidad
No puedo estar más de acuerdo con lo, tan claramente, expresado