En Doñana, no (2017)
Por cuestiones profesionales he recorrido muchas veces en los últimos treinta años parte del caudal de belleza y de naturaleza virgen existente tanto en el Parque Nacional como en el Parque Natural de Doñana.
Doñana es un paraíso incuestionable que ha de ser conservado en las condiciones en las que está por encima de cualquier otro planteamiento, ya sea este de índole económica, política e incluso de interés nacional (cuando la razón que se esgrime es hacer reservas de gas por si los tiempos vienen mal dados en materia de hidrocarburos).
El Estado español debería entender que Doñana es un territorio de interés nacional no por la razón aducida sino por su incomparable hermosura, por sus humedales, por sus dunas móviles, por sus matorrales, por sus pinares, por su flora, por sus aves acuáticas y terrestres, por sus peces, por sus reptiles, por sus anfibios, por sus mamíferos, por sus especiales climatología y orografía, por su historia, por las civilizaciones que por él han transitado, por su riqueza paisajística, porque es un ejemplo en el mundo entero de la buena interacción del hombre con el medio, porque tal como está Huelva, Andalucía, España, Europa y el mundo entero son más ricas, ¡sí, más rica, no todo ha de ser rentabilidad económica y estratégica a corto o medio plazo y que en definitiva sólo prima a intereses personales o corporativos!
Como lugareño nacido en Almonte, como onubense y como andaluz, espero que la Presidenta de la Junta y el Consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio defiendan con uñas y dientes si fuera menester esta agresión que el Gobierno de España pretende llevar a cabo en un territorio que es Reserva de la Biosfera y que está declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Doñana ha de ser intocable. No caben más desarrollos urbanísticos, tampoco mas agricultura en su entorno que no sea sostenible ni por supuesto proyectos industriales como del que estamos disertando. Experimentos con Doñana, no.
La agresión producida por la rotura de la presa de Aznalcóllar ya hizo temblar los cimientos de un ecosistema irrepetible que afortunadamente fue corregido con una ingente cantidad de dinero público. La posibilidad de un aumento de la sismicidad en el Golfo de Cádiz por la inyección de gas, tampoco es ajena a este proyecto que nada bueno aporta y sí, sin embargo, muchas incertidumbres. Doñana es más, mucho más que cualquier proyecto económico o estratégico, reitero.