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El emperador Putin (2014)


Nadie que haya leído la extensa biografía de Vladimir Vladímirovich Putin podrá decir que al actual presidente de la Federación Rusa le hayan regalado algo. Nadie. Todo lo ha conseguido con tesón y mucho esfuerzo, abonado con una gran dosis de presión que amedrenta a sus adversarios ante el fantasma de un escenario que lleva directamente a la guerra, que nadie desea, pero, que él, como experto estratega, dosifica inoculando en el contrincante el miedo a una tercera contienda en Europa.
Este ex agente de la KGB, experto en todo tipo de deportes y adalid de la superioridad del pueblo ruso por sobre otros pueblos, se ha empeñado en construir un nuevo imperio y, además, se postula como emperador in pectore para tamaña tarea.
Su objetivo es crear políticamente Eurasia, pero no en la versión ficticia que George Orwell desarrollara en su novela "1984", sino en una división que dejaría fuera de la misma a la mayor parte de la Unión Europea, quedando los demás países dependientes de ese nueva entelequia política bien por adhesión, como ha sido el caso de Crimea, o por pura reconquista de los mismos en su caso.
Si a eso le añadimos que a la Unión Europea le falta agilidad en la toma de decisiones y que más que un órgano político de gobierno es puramente una estructura económica, que la OTAN no es el ejército europeo porque dicho constructo no existe, como se ha dicho, y le adicionamos además la pasividad de los dirigentes occidentales ante las provocaciones del mandatario ruso, pues, nos encontramos, estupefactos, con el escenario que vivimos: un estadista ambicioso, populista, defensor de las tradiciones rusas, que sueña con el territorio que poseyera el imperio zarista o similar, pero sin Zar, y que se le ha metido en la cabeza que él es el hombre llamado a crear Eurasia: una región ajena a Europa y al resto del mundo.
Putin conoce sus limitaciones pero también su fuerza. Sabe que al otro lado lo que hay es un grupo de estructuras poco o nada ensambladas, incapaces de responder de forma conjunta y con la prontitud necesaria a las afrentas procedentes del otrora destacado miembro de los servicios de inteligencia soviéticos.
Transdniéster, una región de Moldavia, ya ha solicitado ser anexionada por la Federación Rusa tal como ha ocurrido con Crimea en días pasados. Un visto y no visto y parte de Ucrania (esperemos que se quede ahí) es ya rusa, se acabó.
Y tanto Vladimir Putin como todos los mandatarios europeos saben que la cosa no se va a quedar ahí. Que intentará llevar a cabo sus sueños expansionistas uno tras otro, de acuerdo con la hoja de ruta que se haya trazado. Mientras tanto, a la ciudadanía, sólo nos queda que la diplomacia haga algo ante el desastre que se avecina. En fin.
Paco Huelva
Marzo de 2014
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Agustin
Agustin dice:
24/03/2014 20:37

Muy buena reflexión, amigo mío. Mientras el poderoso imperio de los zares, esta vez capitaneado por el judoka, encarnación del gran Nicolás II (dígase, el Hijo de Putin)se afana en apoderarse de todo lo que puedan abarcar sus largos tentáculos; nosotros, la vieja y civilizada Europa, nos ocupamos de otros menesteres: rescates bancarios, primas de riesgo, divisiones internas, campañas electoreras, etc, etc; sin darnos cuenta que el lobo está ahí, ahora con los colmillos más afilados que nunca.¡Que Dios nos coja confesados! Gracias amigo, por este y los demás envíos. Un abrazo.

Inmaculada garcia Haro
Inmaculada garcia Haro dice:
25/03/2014 10:05

Acertadas reflexiones sobre una realidad obvia: el afán expansionista de Putin y la incapacidad de reacción de las entidades supranacionales potencialmente competentes.

Carmen Sierra.
Carmen Sierra. dice:
26/03/2014 22:49

Muy interesante y atinada reflexión Paco, acerca de una realidad, que a este lado de Europa, parece estarle pasando desapercibida. Gracias por compartirla. Saludos.