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¡Desnudad la política! (2) (2015)

Foto: pixabay.com
Obsedido por los acontecimientos escribo. Sin falsía. Sin literatería. Por derecho. Harto de soecidades. Harto de arterías. Y harto de negrucias palabras que solo contienen mojigangas estragantes que arañan la conciencia del pueblo sensato y quedo.
No quiero vivir más a retrotiempo, señores políticos. Manidas están las coloraturas de sus discursos hueros, sus martingalas, sus mentecateces...
Tan trilladas que lo de ustedes nos parece un engañoso juego que cada cierto tiempo hemos de soportar impertérritos. Y no, no. No es esto lo que deseamos ni lo que nos merecemos.
Se están equivocando a sabiendas. Lo están haciendo queriendo. Amartelados con los poderosos. Durmiendo en el mismo sedoso colchón andan. Y, al pueblo, que le den. Que le den viento fresco.
El cobertor de las babilonias capitalistas que se vislumbra, descarado ya, está tras la mayoría de los holgados paisajes que pretenden vendernos.
Ya está bien de ralo canto: queremos hechos. Hechos. No sé si lo entienden sus señorías. El pueblo se está quedando yermo. No el campo, que también. El pueblo. Seco como la paja, como el heno. Secos de trabajo, de pan, de posibilidades de educación, de una sanidad pública y gratuita, secos de derechos está el pueblo.
Y siguen y siguen. Y ya ni siquiera disimulan. ¡Desnudad la política de tanto ostentoso pavoneamiento! Sean más humildes. Acérquense al pueblo. Al que sufre por sus errores -los de ustedes y los de quienes les precedieron-. A ese pueblo abnegado que paga vuestra comunión con el oscuro y verdadero poder: el dinero.
¡Qué pena de pueblo! Empobrecido, ahorcado en sus sentimientos. Ahogado en lágrimas interiores. ¡Ay! si fuera otro tiempo. No actuarían con tanto engallamiento. Con tanta osadía, con tanta petulancia, con tanto despego, con tanta negra mentira como sale de vuestros labios superlativando el mal trabajo que han hecho.
Algo más de humildad, por favor. De rigor, incluso. De vergí¼enza. Un algo más, una pizca de apocamiento en algunos, nos vendría mejor. A todos.
Que España va bien. Y un pimiento. Un pimiento de quinientas arrobas, señorías. España va mal, muy mal. Y lo demás es cuento.
Se han apartado de la calle y desconocen hasta el mal que han generado. ¡Qué desfachatez la de algunos! Aquí señorías, lo único que va bien son los rescatados bancos, los especuladores financieros, los que se llevan el sudor de los demás en ostentosas plusvalías, los que se llevan... digámoslo ya, el dinero calentito y fresco. Sólo esos van bien. Lo demás, un desierto. Pura tristeza andante la de los hombres y mujeres del pueblo. Recortes y recortes. Uno tras otro. ¡Están ustedes, señorías que nos gobiernan, faltas de sentimientos! ¿Han olvidado que son pueblo, y que para este, y solo para este deben gobernar?
En las próximas elecciones el desapego a las urnas dejará patente nuestra orfandad y vuestro negligente comportamiento. El pueblo camina por un lado, nadando a contracorriente, mientras ustedes navegan en lujoso velero prestado por los oligarcas, por los que manejan el cotarro de la usura y la impiedad, esos nuevos liberales transformados en corderos.
¡Qué pena! ¡Qué pena de pueblo, mi pueblo!
Paco Huelva
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rafaleon
rafaleon dice:
02/12/2015 17:07

Bravo, Paco, me cago en to. Lo suscribo casi todo. Lo único en lo que no estoy de acuerdo es en que esta panda de estómagoagradecidos bastardos pancistas desconozcan el mal han generado. Lo conocen y les importa, como bien dices, un pimiento de 500 arrobas. Abrazos.